Jesús, es norte de pontificado. Oremos por el papa Francisco.
La noche del 13 de marzo del año pasado se asomó al balcón de la Basílica de San Pedro el nuevo Papa salido del cónclave que se inició la noche anterior. La sorpresa fue general, por vez primera, un hombre venido del fin del mundo, de Argentina, Latinoamérica, y jesuita, tomaba el timón de la barca de Pedro. El nombre de Francisco, evocaba la trayectoria del santo de Asís.
El papa Francisco ha roto la cotidianidad del Vaticano para contento dentro y fuera de los creyentes. El mundo anhela servidores en quienes ejercen cargos de relevancia social. Son tantos los gestos, que hablan tanto o más que las palabras, los que han hecho cercano y lozano a los ojos del mundo. Los pobres, los desplazados, los enfermos, ven en él, algo distinto que hacía falta.
A la par es hombre de ideas claras y de decisión en asumir todas las periferias: lo que haya que corregir, primero dentro de la Iglesia y desde los niveles del Vaticano hasta la última parroquia, los ha ido señalando. Cuenta con una voluntad férrea de dar protagonismo y participación a todas las instancias eclesiales. Ello queda claro en la Exhortación "la alegría del Evangelio".
Los latinoamericanos no solo debemos sentir el sano orgullo de tener un hombre de su talla al frente de la Iglesia universal. Urge un acompañamiento y una iniciativa que ponga de manifiesto que las virtudes que se ven en él, son herencia compartida por nosotros.
El primer aniversario de la elección del papa Bergoglio, lo celebra haciendo ejercicios espirituales con sus colaboradores más inmediatos. La fuerza de la oración y la cercanía fraterna son elementos clave para el ejercicio del ministerio petrino, ya que su lucha por la justicia, la paz y el seguimiento de Jesús, es norte de pontificado. Oremos por el papa Francisco. ¡Ad multos annos!
Nota publicada en eluniversal.com