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Viernes 28 de marzo 2014

Adolfo Suárez, ícono de la democracia

Por: María del Pilar Tello
Adolfo Suárez, ícono de la democracia
Foto: elnacional.com.do

Los peruanos admiramos el proceso de la transición española a la democracia. Su Pacto de la Moncloa y su vigente Constitución de 1978 son el legado de un gran político que supo unir a España. Adolfo Suarez es un ícono del siglo XX, logró lo imposible, dejar atrás los rencores hacia un régimen largo y violento como fue el franquismo para mirar hacia adelante apostando por el progreso vía la concertación y el diálogo. Llevó la política a las más grandes alturas, la convirtió en arte de lo posible y lo imposible.
 
La transición española fue un modelo para muchos países, también para el nuestro. Con Gustavo Mohme Llona quisimos dar forma a la voluntad concertadora para salir de la dictadura fujimorista y contar con una orientación clara para los partidos democráticos. Y lo hicimos precisando objetivos comunes a través del Acuerdo de Gobernabilidad, suscrito por todas las fuerzas políticas el 26 de noviembre de 1999 en el Hotel Bolívar. Este fue el precedente del posterior Acuerdo Nacional firmado durante el gobierno de Alejandro Toledo.
 
Así el Comité Cívico por la Democracia aportó un significativo instrumento de unidad al que no se le ha hecho suficiente justicia como tampoco a su gestor. El posterior Acuerdo Nacional llegó sobre terreno abonado ya que los demócratas peruanos nos reunimos por casi una década organizando la resistencia que culminó con la famosa Marcha de los Cuatro Suyos a iniciativa del recordado Javier Diez Canseco.
 
La transición española fue siempre ejemplo y el referente más citado y estudiado en foros, conferencias y discursos. Mi libro El Pacto, auspiciado por el Foro Democrático, con entrevistas a políticos, académicos y autoridades no gubernamentales, graficó en 1998 la necesidad de unidad y concertación para un retorno a la democracia con signo positivo y eficiente.
 
Gracias a la fructífera labor de Adolfo Suarez las transiciones latinoamericanas son tributarias de la española. Aunque está por escribirse un buen libro sobre la peruana aún inacabada en la medida que conservamos la Constitución suscrita y forjada por el fujimorismo.
 
La muerte de Adolfo Suárez ha generado merecidos y masivos homenajes en la península porque fue, junto con el rey Juan Carlos y dirigentes notables de la oposición antifranquista como  Santiago Carrillo, Felipe González y Alfonso Guerra, el protagonista de ese monumento político que es el Pacto de la Moncloa. La vigente Constitución española de 1978 completa el cuadro de su gran obra política que logró el acompañamiento de un gran pueblo soberano que aceptó dejar rencores y odios, generados por el franquismo, para apostar por un futuro que llevó a España a incorporarse exitosamente al bloque europeo.
 
Adolfo Suárez visto desde el tiempo transcurrido, silenciado por una larga enfermedad, hoy es reivindicado en toda su dimensión estelar. Nuestros países hispanos le deben mucho a su inspiración y su praxis. Puedo prometer y prometo fue su frase más recordada, lección para nuestros políticos que prometen sin poder hacerlo e incumplen sin siquiera pedir disculpas. Su ética política es el pedestal sobre el que se alza su figura. Suarez mostró habilidad, voluntad y eficacia política, apostó por la unidad y la tolerancia, se convirtió en el padre de la democracia hispana y en modelo de políticos que más allá de las ideologías deben pensar en su país y en su pueblo. Honor al honor.

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