Cambiamos para mejor, pero...

Grover Pango Vildoso, autor de estas líneas

Uno de los indicadores del desarrollo de nuestro país se obtiene observando el grado de satisfacción de los ciudadanos con su propia vida. Este importante aspecto emocional es expuesto por el prestigioso sicólogo Roberto Lerner bajo un título decidor, “La revolución del ánimo”, en una prestigiosa revista nacional.

Con la fuente del Latinobarómetro se recuerda que en 1997 sólo el 15% de los peruanos se sentía muy o bastante satisfecho con sus vidas. En el 2004 sumó 42% y más cercanamente, el 2011, la cifra llegó al 57%. Cito a Lerner: “aunque se trata de algo enormemente subjetivo, es un indicador grueso de un relato que ha ido cambiando, más allá de estadísticas económicas, hacia tonalidades más alegres, más optimistas, con menos miedo al futuro”.

Este reencuentro con el Perú se hace elocuente en un mayor dominio sobre el espacio, la existencia de alternativas y el surgimiento de espacios mentales. Ciertamente ha crecido la capacidad y necesidad de desplazamiento en nuestro país. La mejor evidencia está en las salas de embarque de aeropuertos y terminales. Las alternativas son tan diversas que corresponden a lo laboral o a la formación profesional, por lo que la alternativa de salir al extranjero se limita básicamente a lo académico. Con los espacios mentales se ha avanzado en el compartir nuevas dimensiones culturales, integradoras, compartibles. Muchas cosas hoy son accesibles y antes no lo eran. En esta diversificación alcanzable ha jugado gran rol la gastronomía.

Estamos mejor pero no estamos como debemos estar. Hay muchas amenazas cotidianas y por ello necesitamos un gobierno que discierna mejor sus responsabilidades. Quizás necesitemos una nueva antífona: Dame un buen ejemplo y te seguiré.