A los grupos violentos se les brinda armas y apoyo para sus acciones.
Al madurismo, ese régimen conformado por marxistas radicales y militares de ordene y mande se le puede catalogar como ñoño por su falta de ingenio y exceso de brutalidad. Nicolás Maduro ha dado muestras de gran incapacidad para enfrentar una crisis que va para quince años pero agravada durante su estadía en Miraflores e insostenible en estos dos últimos meses.
La preocupación principal del madurismo, es impedir, siguiendo orientaciones desde Cuba, su desmoronamiento por medios constitucionales, su sustitución por un régimen militar o su caída por conflictos internos. Lo demás: la inseguridad, la inflación, la escasez, la paz y la corrupción son problemas secundarios. La política del madurismo se centra en aniquilar a sus adversarios, considerados como enemigos, para lo cual cuenta con poderes sometidos al Ejecutivo: las acciones del Legislativo, Judicial, Fiscalía, Contraloría, Defensoría y al Alto Mando de las FFAA dan cuenta de ello.
Los políticos presos, los estudiantes detenidos y torturados, los ciudadanos agredidos y sus propiedades asaltadas por uniformados, ante el silencio cómplice de quienes deberían ser sus defensores son pruebas irrefutables de un expediente bochornoso para el madurismo.
Para los sectores empresarial y sindical la política del madurismo es la de torcerle el brazo. Ahí están los líderes sindicales con causas judiciales abiertas por exigir derechos y los gremios empresariales ignorados y acusados de golpistas. A las empresas que anuncian el cese de operaciones por falta de insumos el madurismo las amenaza con expropiarlas. A la prensa independiente les cierra la compra de papel. Pero a los grupos violentos, el madurismo vil les brinda armas y apoyo para sus acciones delictivas contra ciudadanos pacíficos.
Nota publicada en eluniversal.com