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Lunes 21 de abril 2014

¿Miente usted, señor presidente?

Por: William Anseume
¿Miente usted, señor presidente?
Foto: notifalcon.com

Empezó el dialoguito. No me transmite esperanza alguna lo que allí ocurre. Me referiré no a las palabras emitidas sino a gestos, espacios, acciones...

En principio: ¿Cómo esa fracción de la oposición acepta reunirse en Miraflores?, en Miraflores... en Miraflores...el mero lugar del poder para endilgarle más poder a quien no debería tenerlo. Es ese un otorgamiento, una entrega. Ha debido darse el dialoguito en un lugar neutral, religioso tal vez o más mundano, alejado de la ignominia.

Aceptan, además, una disposición física poco favorable, con el gobierno encabezando mesa. Si se quería, como es deseable, un diálogo franco, abierto, algo igualitario en las condiciones, se debió prever la disposición física, espacial. Más distribuida, por ejemplo, sin rigurosidades de un tú allá y yo aquí, disminuido, sin nadie dirigiendo en la mesa, o alguien de afuera, mediando de verdad, invitado, galante, especial. Pero no, se admitió, sin regañadiente alguno, que Maduro presidiera, de traje, como si de un estadista se tratara. Nada más lejos del accionar teatral de ese. Más entrega imposible a quien no la merece.

Luego lo que me parece más importante y da lugar al parafraseo del título de este artículo, tomado del poeta Caupolicán Ovalles, cuando se dirigió al entonces presidente: el basamento de la reunión, según invocó antes el opositor Ramón Guillermo Aveledo, era la Constitución. De qué manera mentirosa la blandía el presidente, como si la entendiera, como si la respetara, como si fuera verdad. La restregaba en rostro de asistentes y de televidentes. Hasta llegué a creerme, en una especie de somnolencia, que él era un ser demócrata apegado a la "bicha", como la llamaba el otro. Sueño atarugado de cansancio pesado.

Pero no. Es mentira. El diálogo, los personajes, el lugarejo, el guión, y sobre todo el supuesto apego del presidente a la Constitución, de su gobierno subsumido en ella. Los derechos humanos irrespetados, los electos desconocidos, los poderes no divididos, la vida pisoteada, las armas en manos de quienes no deben poseerlas, la justicia injusta. El terror oficializado. Y así: los muertos, los perseguidos, los políticos apresados, los Tupamaros hablando en un reconocimiento más que formal a su ser, como si fuera aceptable su esencia, su accionar al margen de todo.

Los estudiantes gloriosos fuera de la discusión; los que encabezaron "la salida" y provocaron que se produjera el dialoguito ni en su sombra presentes. Desconocimiento pleno de la realidad. Y, previamente, el anuncio de que los alcaldes desplazados, presos por ser alcaldes populares, serán sustituidos en nuevas elecciones como si fuera aceptable su decapitación política. María Corina Machado fuera de su curul, solo porque a algún militar que trata de ajustar al gobierno se le ocurrió que ella, tan grande, no cabe en la Asamblea Nacional como representante formal y voz del pueblo.

Prevalece pues la mentira vociferada por el mentiroso portador del texto que debería darle magnitud y magnificencia al ordenamiento del Estado, cosas que no ocurren y dudo mucho que a partir del dialoguito comiencen a suceder. Lo siento, no puedo dejar de ser pesimista....

Nota publicada en eluniversal.com

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