Este fin de semana que ha pasado algunos diarios pesaron más que lo habitual. Uno de ellos trajo consigo varios “encartes” comerciales especialmente dedicados al Día de la Madre. Dos son realmente formidables, de lujo absoluto, con papel de alta calidad, fotografías primorosas, colores destellantes; ambos suman 334 páginas en formato de revista. Y, claro, con muchas ofertas para agradar a mamá.
Las poderosas casas comerciales que financian estas costosas ediciones saben muy bien lo que hacen. Y saben que sus ventas justificarán la inversión. Al fin y al cabo ese es su negocio. Que les vaya bien.
Me permito sugerir que, al comienzo del año escolar y también por fiestas patrias, estas mismas exitosas casas comerciales obsequien a sus lectores un título literario prestigiado. Se espera y justifica que reserven una parte discreta de la publicación para citar y agradecer a las marcas auspiciadoras. Por supuesto y con todo derecho.
Es verdad que esporádicamente hay promociones para adquirir valiosos ediciones y equipos, a los cuales es posible acceder por un precio que puede ser razonable para algunos sectores de la sociedad. La diferencia es que esta vez debieran ser gratuitos y populares. Todos sabemos que muchos diarios de bajo costo forman parte de grupos editoriales. Es ideal que sean ellos parte principal del mecanismo de distribución que este gesto requiere.
No está demás recordar que un libro requiere de materiales de impresión muchísimo más modestos que los encartes publicitarios. Una alianza sui géneris entre casas comerciales exitosas y medios de prensa nos podrían ofrecer, aunque sólo fuera dos veces al año, una lluvia de libros. No en Macondo; en el Perú.