Nelson Mandela y Frederik Willem de Klerk
Sudáfrica acaba de cumplir 20 años de libertad. Luego de celebrarse las primeras elecciones libres, el triunfo le correspondió al mítico “Madiva”, Nelson Mandela, que estuvo 27 años en prisión. Un gobierno democrático surgió por primera vez, en medio de serias dudas por la supervivencia y tolerancia interracial.
Cuando visité Sudáfrica en apogeo del apartheid o segregación racial, existía una sociedad injusta, chocante para un extranjero y más que en nuestro Perú “el que no tiene de Inga tiene de Mandinga” como dijo el célebre escritor Ricardo Palma. Las ciudades “blancas” eran pulcrísimas, y los negros estaban en sus tribus o confinados a barrios como Soweto, al sur de Johannesburgo, en donde hubo una matanza, derivada de una protesta ante una norma gubernamental que obligaba a las escuelas la enseñanza del inglés y del afrikáaner (derivada del neerlandés).
Como anécdota refiero que me invitaron a la Universidad de Pretoria y en un laboratorio me explicaban “científicamente” que el hombre blanco era más inteligente que el hombre negro, porque su cerebro era más grande, por tanto entraban más neuronas, entre otras chocantes e irracionales explicaciones. Salí horrorizado.
Confieso que tuve mis dudas de que un régimen democrático sobreviviera y desembocara más bien en una guerra civil, porque las diferencias eran abismales, debido a que, por ejemplo, habían cerca de una decena de tribus que unas se odiaban más que otras. Los zulúes se creían la nobleza –tienen su monarca-, son más altos y es la mayoritaria. La seguía la tribu xhosa –de donde proviene Mandela-, cuyo líder me aseguró que jamás aceptarían un gobierno zulú, porque era “inferior a ellos”. Explicó que ambas tribus descendían de la tribu madre nguni, cuya costumbre era hacerse la circuncisión y los zulúes ya no la practicaban, por tanto se convertían en sus esclavos.
Otro problema eran los expulsados de las tribus o que no se adaptaban a ellas y huían a ciudades como Soweto, relegados a vivir como si fueran subhumanos. Ello, más el odio recíproco entre el blanco y el negro, conformaba un panorama desolador.
Felizmente todo se está superando: “Durante mi vida me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He batallado contra la dominación blanca y también contra la dominación negra. He albergado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas convivan en armonía y en igualdad de oportunidades. Es un ideal que tengo la esperanza de alcanzar en vida. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto morir”, expresó Mandela.
El actual presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, enfatizó el éxito de Sudáfrica en el proceso de "curarse las heridas" de un pasado "brutal". El país es hoy la primera potencia económica de África y gravitante en la política internacional.