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Jueves 15 de mayo 2014

Hidrogeno el combustible del futuro

Por: Antoni Puiggròs
Hidrogeno el combustible del futuro
Foto: Difusión

El hidrógeno es el átomo más pequeño que existe en la tierra y hasta hace poco más de una década su uso había sido considerado inaccesible y exótico, restringido solamente al uso de motores espaciales.     

Hace más de medio siglo que los trenes se mueven gracias a los bogies, es decir, con ruedas unidas por un eje que incorpora el motor en el eje. También hace años que estos funcionan con electricidad, y ya ha quedado suficientemente demostrada su fiabilidad, su capacidad de aceleración, el bajo coste en mantenimiento y la alta eficiencia.      

Por todo ello, resulta curioso que la industria del automóvil se haya obstinado en la vetusta mecánica de la transmisión y las complejidades de la carburación de los combustibles fósiles. Sin embargo, parece que por primera vez el automóvil se plantea dar un paso de gigante merced a las aportaciones tecnológicas de convertir el hidrógeno en electricidad con un mayor nivel de eficiencia que los derivados del petróleo.

EL FUTURO

El hidrógeno es la energía más limpia que se conoce, puesto que no produce ningún residuo, aparte vapor de agua, que es inocuo. El mecanismo es relativamente sencillo: en una membrana especial se ponen en contacto el hidrógeno y el aire ambiental. La mezcla genera una reacción eléctrica que se canaliza hacia el motor y las baterías. Así de fácil.

Lo complicado es embarcar el hidrógeno en los coches, puesto que hace falta bastante cantidad y, lo que es peor, es un elemento altamente inestable. Algunas investigaciones apuestan por embarcarlo a presión, en estado líquido o gaseoso, pero hacen falta depósitos muy pesados para evitar que se evapore.

Otros apuestan por depósitos que llevan dentro una especie de malla metálica que “atrapa” el hidrógeno y lo libera poco a poco. Por último, la tendencia con más posibilidades de imponerse es el reformado de hidrocarburos. Consiste en llevar en el coche gasolina o cualquier otro derivado del petróleo y hacerlo pasar por un dispositivo que separa el hidrógeno del resto de elementos del líquido en cuestión. Es un poco más contaminante, pero muy limpio comparado con la gasolina.

Tan solo en Estados Unidos, cada año se podrían evitar hasta 6.400 muertes causadas por la contaminación y el cambio climático.

En estos ya hay autobuses, submarines y coches en funcionamiento, y hasta los trasbordadores espaciales de la NASA utilizan este sistema. Asimismo, muchas compañías aeronáuticas como Boeing o Smartfish están probando aviones con hidrógeno.

Otro problema a superar es el de la capacidad de almacenaje: Un depósito del tamaño de los actuales proporciona una autonomía muy inferior al de un coche convencional. Por ello, algunos expertos consideran a los vehículos híbridos, con un motor de combustion tradicional y otro eléctrico de hidrógeno, como una opción de transición.            

También puede ser contaminante.

En cualquier caso, conviene precisar que el hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector que permite acumular energía de una fuente. Por ello, es el compañero ideal de las renovables, cuyo principal inconveniente es precisamente su dificultad de almacenamiento energético.

Sin embargo, también puede ser obtenido a partir de la energía nuclear y de los combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas natural. Así, no es extraño que el presidente de Estados Unidos, George Bush, férreo defensor del lobby petrolero, apueste por el hidrógeno. En este sentido, en Bruselas ya se plantean etiquetarlo para saber su procedencia y saber así si es o no ecológico.

LAS PILAS DE COMBUSTIBLE

Una pila es una batería que, con la ayuda del hidrógeno, genera electricidad constantemente por la reacción del oxígeno del aire con el hidrógeno almacenado en un depósito. Esta reacción genera agua, que se utilize para refrigerar la pila. La energía liberada se utiliza para alimentar los motores eléctricos que mueven el vehículo.

Esto presenta un gran ahorro frente a los motores de combustión interna, que queman combustible para obtener energía: calor que se transforma en un movimiento vertical (pistones) que luego ha de transformarse en longitudinal (cigüeñal), antes de pasar por la caja de cambios, camino de las ruedas. Además, gran parte de esta energía se pierde, en las plantas motrices tradicionales, en forma

de calor disipado por el circuito de refrigeración, y en rozamientos parásitos de las diversas partes móviles (válvulas, pistones, bielas, cigüeñal, palieres, etcétera).

Frente a este proceso, las pilas de energía obtienen energía eléctrica en un solo paso.

Los detractores recuerdan que muchas de las pilas de combustible actuales precisan platino, cuya producción, normalmente en minas a cielo abierto, es muy cara y contaminante.

Las pilas de combustible pueden convertirse además en pequeñas centrales eléctricas móviles. Algunos expertos consideran que este hecho podría acabar con el actual sistema de distribución de la energía: Los consumidores no necesitarían conectarse a la red eléctrica, sino a sus coches de hidrógeno, que podrían ser recargados en las hidrogeneras, o incluso a partir de los sistemas de energía renovable instalados en las propias viviendas.

El oro negro de fácil acceso empieza a escasear, y según estimaciones de la compañía petrolera Shell, estará agotado hacia el año 2040.

Nota publicada en laeco.net

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