César Gutiérrez, autor de estas líneas
En el presente ejercicio gubernamental se está otorgando una serie de megaproyectos donde la caja fiscal y el bolsillo de los ciudadanos serán las fuentes de pago. Es el caso del Metro de Lima y del aeropuerto de Chincheros en la región Cusco, donde hay un importante cofinanciamiento desde las arcas estatales en la etapa constructiva, no menos de 4,500 millones de dólares en los próximos cinco años.
En la modernización de la refinería Talara, que requerirá entre aporte directo y deuda, de 2,700 millones en un quinquenio y en el gasoducto sur donde los consumidores eléctricos pagaremos un flujo de cerca de 496 millones de dólares anuales por la inversión en el suministro y construcción de ductos. Los incrementos de pagos en el horizonte de los proyectos no deben exceder lo que indican las fórmulas de reajuste pactadas, cuyas media anual estará entre 3% y 5%.
La experiencia indica que los reajustes en la etapa constructiva han superado largamente lo prometido, siempre ha habido y habrá un argumento que justifique los precios inesperados. Los contratistas en general tienen “staff” de abogados “in house” y de tercerización que desde la firma del contrato buscan el resquicio para incrementar los costos. Por su parte el Estado reducido a su mínima expresión no tiene la fuerza suficiente para garantizar un forcejeo equilibrado y a la larga termina cediendo, posición que adoptan los gobernantes de turno que también presionan para no quedarse con una obra inconclusa.
La pregunta es ¿quién garantiza a los ciudadanos que las reglas originales se han respetado y que no salgamos pagando mucho más de lo esperado? Por supuesto que no es la Contraloría General de la República, que en esta gestión del señor FuadKhouri, no se ha preocupado que las entidades a cargo de estas grandes obras cumplan con la Ley de Transparencia. Tampoco nos tenemos por qué fiar del Ministerio de Economía y Finanzas, que en la mayor cantidad de los casos da señales que más les interesa las empresas que los ciudadanos.
Puestas así las cosas, hoy solo a través de comentaristas se viene alertando sobre los excesos que se perpetran en contra del fisco o de los bolsillos de los peruanos. No es suficiente, una sólida institución hace falta.