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Martes 03 de junio 2014

La rectitud es como la brújula del marinero

Por: Sathya Sai Baba
La rectitud es como la brújula del marinero
Foto: Difusión

¡Encarnaciones del Espíritu divino!

“El mundo atrae al hombre de múltiples maneras, pero no permite que los pensamientos o la inteligencia de éste vayan más allá de sus propios límites. Contento con la satisfacción derivada del mundo físico, el hombre no toma en cuenta lo que el futuro le reserva. Dedica todas sus energías físicas y mentales y todos sus recursos al logro de comodidades materiales, poder, posición y honor, pero no hace ningún intento de mostrar su gratitud a la sociedad de la cual él deriva todos éstos.

Para un vivir correcto, es esencial que haya rectitud y carácter. Lo divino es el aliento vital del hombre. La plenitud de la vida consiste en dedicar todas las energías a estos objetivos. El hombre, sin embargo, no tiene fe en lo divino. Créase en Dios o no, a cada momento se puede tener evidencia de la presencia divina en todas partes. Sin la divinidad, no florece la humanidad. La vida de un hombre brilla entre enormes vicisitudes sólo cuando él muestra cualidades como la ecuanimidad y la compasión. Debido a que el hombre cubre su mente con una capa de ignorancia, pone en sus ojos anteojeras de egoísmo y cierra su corazón con las puertas del orgullo, olvida al Señor que lo ha creado y lo protege.

Un hombre tal es incapaz de escuchar enseñanza alguna. Adora en el templo de los órganos sensorios. Como sus deseos van aumentando, es incapaz de escuchar lo que es saludable para él. No disfruta de la compañía de los buenos. No tiene conciencia de la transitoriedad de la vida. No se da cuenta de que su vida y todo lo que él disfruta puede desaparecer en un momento. No reconoce la naturaleza pasajera tanto de la alegría como de la aflicción, del placer como del dolor, del éxito como del fracaso. Obsesionado en la adquisición de riqueza y poder, no tiene conciencia de la divinidad que es su naturaleza esencial. Inmerso en la ignorancia, malbarata su vida en la persecución de cosas impermanentes.”

“El código de la rectitud establece un camino regulatorio para los hombres. Como la refulgencia de los rayos del sol, la rectitud ilumina los caminos que los hombres deben seguir para el bienestar y el progreso de la sociedad... La rectitud significa que uno debe ganarse su sustento por medios justos y ser un ejemplo para los demás demostrando una vida justa. La rectitud consiste en no hacer diferencias entre uno mismo y los demás. No importa lo que le suceda a uno o a los parientes de uno, no importan las dificultades que uno tenga que confrontar, no debe uno desviarse del camino de la rectitud. La rectitud es como la brújula del marinero. No importa de qué manera la pongan, la aguja apuntará sólo hacia el Norte. Similarmente, la rectitud revela la divinidad en el hombre y lo hace disfrutar de la bienaventuranza de lo Divino. Por ende, la vida humana ideal debe ser una en la cual la rectitud forma la base de cada acción.

Hoy en día, cualquier prosperidad que uno disfruta, cualquier comodidad que uno obtiene, se derivan todas de la sociedad. Algunas reglas de la rectitud han sido establecidas para asegurar que la riqueza que es ganada de la sociedad sea dedicada al beneficio de la sociedad. En el proceso de adquirir riquezas, se pueden cometer algunas faltas. Es para compensar tales faltas que hay que practicar la caridad.”

La gente sufre porque no pone límites a sus deseos.

“El hombre piensa que cuantos más bienes mundanos tiene, más feliz será. Pero, a medida que crecen los deseos, las desilusiones y problemas también aumentan. Debe haber un límite a nuestros deseos, apegos y ambiciones. El mundo está sufriendo de numerosos problemas porque la gente no pone límites a sus deseos. La naturaleza tiene límites preestablecidos para cada cosa - para la temperatura del cuerpo, para la capacidad del ojo de tolerar la luz o para el oído de escuchar el sonido. Cuando se pasan estos límites, se causan daños a los órganos en cuestión.”

“La vida misma es como una compañía limitada. Todas las acciones en ella deben ser gobernadas por los límites aplicables a cada una de ellas. Cuando los deseos son controlados, se experimenta una verdadera felicidad. Hasta en la práctica de la caridad, hay que observar límites. Los dones que uno haga no deben exceder la propia capacidad financiera. Ni tampoco deben estar debajo de esa capacidad. En el primer caso, experimentaríamos problemas financieros. En el último, estaríamos reteniéndolo de los que necesitan lo que les es debido. La caridad no está limitada al dinero solamente. Hay que compartir los propios recursos físicos, mentales y espirituales con los que los necesitan en la sociedad. Es a través de tal compartir y sacrificio que se alcanza la conciencia del Espíritu. La caridad no debe ser indiscriminada. Se debe dar la ayuda de acuerdo con las necesidades del caso. Los hambrientos deben ser alimentados, los desnudos vestidos.

Uno puede aspirar a la riqueza, pero hay que buscar sólo aquello a lo que tenemos derecho o que se es competente para obtener. Un cajero de banco manipula cientos de miles de monedas cada día. Pero tiene derecho sólo a su salario. Él no debe desear más dinero que lo que él puede ganar legítimamente. La riqueza excesiva trae consigo muchos peligros. Los valores humanos son olvidados por los afluentes. Mientras hay riqueza, no se toma conciencia de sus males. Sólo cuando se pierde se comienza a tomar conciencia de las propias locuras. Es mejor estar advertido y aprender a llevar una vida correcta y derecha desde el comienzo. La riqueza puede venir e irse. La moralidad es lo que hay que cultivar. ¿Qué es la moralidad? Es la conducta correcta de acuerdo con el tiempo y el lugar.

¿Cuál es la causa raíz de todo el desorden, caos, crimen, falsedad y violencia que prevalecen en el país hoy en día? El comportamiento de la gente contrario a la dignidad de la naturaleza humana es el responsable por la situación actual. Toda la educación que se ha recibido no tiene relación alguna con los valores humanos. Así sea en la esfera del comportamiento político o la conducta social, en la actividad económica o los objetos espirituales, todas nuestras acciones están basadas en las tendencias de la mente. No es posible lograr ningún cambio en ninguna forma de actividad a menos que la mente sea cambiada.

Las antiguas escrituras de sabiduría espiritual, proclaman que la mente es la causa de la esclavitud así como de la liberación de los hombres. Aquel que desea cambiar a los demás debe primero cambiarse a sí mismo. El corazón es como una cerradura y la mente es como la llave. Si giran la llave a la derecha, abren el corazón a Dios; si la giran a la izquierda, la abren hacia los apegos a las cosas mundanas.”

Extraído del discurso ofrecido por Sathya Sai Baba el 14 de mayo de 1984,
durante reunión de la Cámara de Comerciantesde la India, en el Estadio Brabourne,
Bombay, India. Organización Sri Sathya Sai Baba del Perú.

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