Solo Con Visión Integral De Largo Plazo El Proyecto Talara Se Culminará
Once años han pasado para que la botella de champagne se rompa y dar la largada a la tanta veces mencionada modernización de Refinería Talara, de la estatal Petróleos del Perú (Petroperú). Mucha agua pasó bajo el puente: seis presidentes de directorio, con sus respectivos directores y ejecutivos, sin retroceso en la orientación, con mayores o menores discrepancias, pero siempre en la misma dirección. La pirotecnia mediática gubernamental no se hizo esperar, cosa que hubiera hecho cualquier político, pero sobre la que hay que hacer algunas reflexiones.
El anuncio del inicio del proceso de modernización, no le sumó nada a la aprobación presidencial, pues parafraseando y trastocando el poema Masa de César Vallejo: “el presidente ¡ay! siguió cayendo”, el guarismo lo puso en 21% en la encuesta Ipsos Perú, realizada entre el 10 y el 13 de junio pasado, período en el cual debería recogerse los réditos políticos, pues el acto de primera piedra se había realizado el 29 de mayo. Tema a tomar en cuenta, pues el amplio despliegue no evitó que se disminuyese en un punto porcentual la aprobación presidencial, respecto al mes anterior.
Esto es una clarinada de alerta, en el mejor momento no tuvo significancia positiva alguna en la mirada del ciudadano visto en las cifras agregadas y de ahora en adelante, así como se registrará un movimiento en la zona, dando una sensación de bienestar, también se enfrentará más de un conflicto. Los sesudos comunicadores que usaron para sus mensajes: los 3,500 millones de dólares de inversión, los 1,860 millones de dólares de impacto en el PBI en la etapa constructiva y los 14,000 empleos directos o indirectos; ya deberían ponerse a pensar que esta lluvia de cifras políticamente tiene valor feble.
Lo que corresponde hacer de ahora en adelante es lo que a mí me motiva en este tema. Lo importante es cambiar de mirarse el ombligo a ponerse ver el horizonte. En todo megaproyecto las variables que hay que poner en la mesa de discusiones para tomar decisiones correctas, pasan por tres grandes ámbitos: el desarrollo contractual, el político y el de relacionamiento social.
El desarrollo contractual, tendrá sus complejidades, por dos razones: las posibles variaciones de precios y me refiero a aquellas que tengan sustento y las aprobaciones de los avances de obra que justifican los pagos parciales. En ambos casos, el tema de fondo será la firmeza de los funcionarios para dar visto bueno a los planteamientos de la contratista.
Por más que exista una supervisión externa contratada, en este caso el Project Management Consulting (PMC), a cargo del consorcio Inelectra-Nippon Koei-Idom; la firma será de los funcionarios de turno en Petroperú. Ellos tendrán dos frentes de acoso: la Contraloría General de la República (CGR), que tendrá dos versiones: la presente que se irá casi al finalizar este gobierno y la que venga con el próximo presidente y adicionalmente la racionalización de personal que está en elaboración por la consultora preferida del Ministerio de Economía y Finanzas, Wood Mackensey. Es decir el día a día de los responsables se pasará entre que los pueden acusar o los pueden echar, lo que ocurra primero; como se suele decir en los contratos. La solución va por dar señales de estabilidad a los que deben hacer las firmas y si hay que relevar a algunos, que de una vez se haga. Esa es la tarea inmediata de la consultora.
En cuanto al manejo en el frente político, la preocupación de esta administración y me refiero a: Petroperú, Ministerio de Energía y Minas y Ministerio de Economía y Finanzas; debe estar en no dejar un resquicio alguno de suspicacias en cuanto a las cifras y relaciones contractuales. No es suficiente decir que la CGR dio su aprobación y que la Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide) elaboró los flujos. En el primer caso, ya hemos visto como en el Ministerio de Defensa, con esta misma CGR en dos escenarios políticos diferentes, pasaron de dar un informe favorable a encontrar responsables de los que habían conceptuado la operación. En cuanto a Cofide, como cualquier institución del estado, el relevo de gobierno, que encontrará la construcción a medio hacer, significará cambios y habrá que ver que los nuevos no vengan con sed persecutora. Más aún cuando esta gestión gubernamental se ha abierto múltiples frentes de enemigos políticos. Y por el lado del Congreso, luego de la herencia de megacomisiones investigadoras para indagar miniproyectos, imagínense lo que puede ocurrir con los megaproyectos. Recomendación: prolijidad y transparencia en su máxima expresión con lo realizado y en lo que se va a ejecutar.
Finalmente en cuanto al relacionamiento social, con toda la expectativa de trabajo creada desde el 2011 por este gobierno, que compete a empresas y ciudadanos, no habrá sitios para todos y por tanto la masa de descontentos no será poca cosa. Aquí lo que compete es un trabajo de filigrana sobre los que se queden fuera; los comunicadores tendrán que transmitir que lo que se contrató “es lo que hay” como dicen los sevillanos y que la decisiones que se tomaron fueron justas. Suena fácil decirlo, pero la realidad es que esto es más complejo que armar el “cubo de rubik” en tiempo record.
El estado tomó la decisión de hacer una obra inédita en tamaño de inversión en la administración pública peruana, lo peor que le podría ocurrir al país es que se detenga, pues sería tirar recursos al traste. Para que ello no ocurra las tareas mínimas a realizar son las que describo en este artículo y lo digo con conocimiento de causa después de estar recorriendo durante años los vericuetos del jaleo público y judicial, como ex funcionario de entidades estatales.