Durante toda la historia de la humanidad la Tierra Santa no ha tenido paz. Invasión tras invasión y masacres han tenido en zozobra no solo a la población local, sino ha puesto en vilo la paz de la región y hasta la paz mundial.
Hoy, nuevamente, observamos un rompimiento del frágil alto al fuego, que empezó cuando dos jóvenes y un niño israelíes fueron secuestrados y asesinados por facciones extremistas islámicas que apuntan directamente al grupo palestino Hamás, considerado terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países.
Hamás torpedea todo intento de paz. Por ejemplo, el lunes Egipto propuso un alto al fuego que Israel aceptó, mientras que Hamás no lo hizo y más bien siguió lanzando cohetes a las ciudades israelíes. Dichos cohetes, que son de alta tecnología e incluso son lanzados desde drones (vehículos aéreos no tripulados), son, en un 90%, interceptados por los misiles anti misiles israelíes.
Los misiles israelíes son lanzados a Gaza a los mismos puntos de donde se expiden los cohetes palestinos, para destruir dichas baterías. Macabramente Hamás los lanza desde escuelas, mezquitas, hospitales, nidos y casas habitadas por la población civil, de ahí el alto número de víctimas. Los ponen cobardemente como escudos y todavía se siente orgulloso, porque manifiestan que los civiles palestinos se ofrecen voluntariamente.
Sólo queremos destacar que Israel tiene derecho a la existencia y a vivir en paz, al igual que los palestinos. Deben parar el odio y los sacrificios humanos. Como manda las Naciones Unidas, en la región tienen derecho a existir un Estado judío y un Estado árabe, en paz, en paz.
* Publicado en el diario LA RAZÓN, el 16 de julio de 2014