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Sábado 23 de agosto 2014

Paja

"Quienes piensan que solo crecemos favoreciendo la inversión empresarial sin condiciones, se equivocan. Los indicadores enseñan que el chorreo no funciona y que son las políticas de igualdad que redistribuyen el ingreso, las que convierten a los países en desarrollados. Separemos pues la paja del trigo.", advierte Agustín Haya de la Torre es su artículo publicado este 21 de agosto de 2014 (*)...
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Foto: Difusión

El ministro de Economía Luis Castilla anuncia que el 2021 el Perú será un país desarrollado porque ingresará en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD). En el lapso de los próximos años, prevé un crecimiento del 6% anual, dato que cree nos permitirá afiliarnos al club de los países ricos.

La OECD agrupa a las economías más desarrolladas del mundo y desde su fundación en 1961 desempeña un activo papel en el impulso de políticas de crecimiento y cooperación. Lo que propone Castilla obliga a que nos explique qué entiende el gobierno actual por desarrollo.

El crecimiento del Perú en relación a la década fujimorista resulta importante. En dicha etapa la privatización y liberalización a tontas y a locas sumada a la depredación del erario público, causaron un desastre institucional. La ilusión de un crecimiento mediocre se lo llevó de encuentro la crisis asiática. El modelo neoliberal autoritario apenas disminuyó la pobreza y nos llevó al nuevo siglo con más de la mitad de la población en la miseria. El per cápita no superaba los dos mil dólares en medio de una gran desigualdad.

La democracia le dio un aire distinto al crecimiento y el Perú empezó a avanzar. La pobreza disminuyó a la mitad y los ingresos se duplicaron. Al trabajarse el Plan Bicentenario, el cálculo señalaba que en los años venideros el país debía crecer a un promedio del 6%, para duplicar el producto interno bruto, con un ritmo de inversión de alrededor del 25%. Con tales cifras, la pobreza podría reducirse al 10% y el per cápita alcanzar los 10.000 dólares.

En dicho período, el índice de desigualad debía bajar de tal manera que el bicentenario encontrase un país en condiciones de avanzar con paso firme al desarrollo. Todo esto con instituciones adecuadas, con la elevación de la inversión y la calidad en los servicios públicos, mejoras salariales, aumento de la protección social y la superación de las brechas en infraestructuras elementales.

El ministro cree que solo el aumento del PBI para alcanzar 15 mil dólares per cápita, nos convertirá en un país rico. Una falacia que no encuentra sustento serio ya que, por ejemplo, esa es la cifra actual de Chile. Los sureños apuntan en su bicentenario a llegar al nivel de Portugal, que ahora anda por los 20 mil dólares, uno de los ingresos más bajos de la Organización.

Incluso la aspiración chilena coloca como el gran objetivo la igualdad. Saben que deben avanzar en la cohesión social para calificar como un país avanzado. En el Perú, transcurridos tres años de gobierno, solo pueden mostrar como logros los que genera la inercia y su ineficacia nos estanca en el índice de desarrollo humano.

Quienes piensan que solo crecemos favoreciendo la inversión empresarial sin condiciones, se equivocan. Los indicadores enseñan que el chorreo no funciona y que son las políticas de igualdad que redistribuyen el ingreso, las que convierten a los países en desarrollados. Separemos pues la paja del trigo. 

(*) Publicado en el portal del diario peruano UNO

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