Del lobby un pelo

César campos, autor de estas líneas

La encrucijada en la cual se ha colocado el sexto Gabinete del gobierno de Ollanta Humala inaugurando –después de 21 años de vigencia de la Carta Magna– un híbrido constitucional como es no alcanzar la investidura a consecuencia de la doble "abstención" de la mayoría parlamentaria, permite identificar algunos elementos políticos que se traducen de este hecho y que bien vale tomarlos en cuenta para entender escenarios inmediatos y mediatos.

Lo primero es el sólido alineamiento de los diversos grupos representados en el Congreso que –pese a las abismales diferencias entre varios de los mismos– ya son capaces de jaquear la puesta en marcha de todo un Consejo de Ministros. Alineamiento, recordémoslo, no obtenido para la elección de la mesa directiva del Legislativo (los compromisos internos resultan más manejables) que dejaba la impresión de hacerlo imposible para toda circunstancia. Ya vemos que no es así. Lo de no mezclar el agua y el aceite –huachafería argumental del acciopopulista Mesías Guevara– ahora se ha ido al agua.

Lo segundo y por tautología de lo anterior, el oficialismo deja de ser el centro de las decisiones gubernamentales y se obliga a ensanchar el espacio de la negociación de puntos muy específicos con otros grupos. Es un hecho que no lo hará con Fuerza Popular ni la Concertación Parlamentaria (donde el Apra tiene voz preponderante) pero sí podría lograrlo con algunos integrantes de la Alianza Acción Popular -Frente Amplio, quienes se contentarían con la salida del ministro de Energía y Minas Eleodoro Mayorga (ayer trascendió que la premier Ana Jara ya pidió su renuncia) y el retroceso en la obligatoriedad del aporte de los independientes a las AFP. Por este último tema, también sumarían el concurso del exnacionalista invitado Jaime Delgado y otros de la flamante bancada disidente Dignidad y Democracia.

Sin embargo, esto no acarrearía más que el eventual apoyo al voto de confianza y, por lo tanto, será un triunfo pírrico del gabinete Jara. Y es que el tercer elemento a considerar –lo vengo sosteniendo en las dos anteriores entregas de esta columna– son los procesos electorales del periodo 2014-2016. Uno ya está en marcha para elegir a las autoridades regionales y municipales. El otro se inicia el próximo año.

Esto no sólo reacomoda el tablero de las expectativas políticas sino también las económicas. Excede los límites de la voluntad. Mal hace –creemos algunos– el presidente de la Confiep cargando responsabilidades a la oposición por lo que ocurra en el campo de las inversiones cuando sus mismos camaradas de ruta empresarial ya miran con recelo y reserva el imperio del Ejecutivo para preservarlo. Imperio que perdió no porque Mauricio Mulder o Martha Chávez hablen más fuerte, sino por la misma inopia, indecisión, mala fe y mediocridad de muchos de sus máximos exponentes.

Todo indica –a la hora que cierro este comentario– que Mayorga caerá, como la pera madura. Algunos dirán: "del lobo, un pelo". Lo más atrevidos dicen: "del lobby (los supuestos del ministro) un pelo". Algo es algo.