La lección de una mentira

Durante bastante tiempo circuló por internet un documento que generó debates y demandas diversas. Aparecía como “¿Contra quiénes competirán nuestros hijos y nietos?”, aludiendo a una reforma educacional japonesa presuntamente denominada "Futoji no henko", algo así como “cambio valiente”, frente al tímido enfrentamiento de la realidad educativa de nuestros países.

Tal reforma aparecía tremendamente audaz, conducente a que la educación en ese país se orientara a formar ya no japoneses sino ciudadanos del mundo, ajenos a toda expresión nacionalista, mediante una propuesta curricular circunscrita a cinco materias: aritmética, aplicada a negocios; lectura, que culmine en leer un libro por semana; civismo, con una dimensión también universal y ecológica; computación, a plenitud; y el dominio de cuatro expresiones culturales, incluyendo sus idiomas y religiones (japonesa, estadounidense, china y árabe).

La información sirvió para denunciar nuestros pobres sistemas educativos y además -con notable furia- responsabilizar a los programas televisivos y a los juegos informáticos de la “estupidización” de nuestros jóvenes. A ello se sumaron aguerridos teóricos antisistema, naturalmente. Lo singular es que, según va quedando probado, se trataba simplemente de un “bulo”, es decir un engaño masivo por medios electrónicos.

La broma no impide interesarse en las propuestas novedosas. No por gusto generó tanto interés. Y es que -en el complejo camino de orientar los rumbos de nuestra educación- no podemos dejar de pensar en el mundo que se viene para decidir lo que debe hacerse hoy. Muchas cosas que existen ahora seguramente no nos parecen buenas, pero para que desaparezcan necesitamos encontrar otras mejores y la forma de hacerlas realidad. El mundo sigue su marcha y no parece posible decir: “en la esquina bajan”.