No aceptemos la "fatalidad"

Según parece, la pregunta era: ¿Quién cree usted que robará pero hará más obras de llegar a ser alcalde de Lima? Y fue Luis Castañeda el que obtuvo el 49% como respuesta. Qué triste victoria.

No es solo triste para el candidato que es percibido de ese modo por los electores que, presumiblemente, así y todo votarían por él. Es también triste porque revela que existe en la población una tácita concesión a que las cosas sean así nomás. Porque –como dice los responsables de la encuesta- ya antes la gente había respondido que estaba dispuesta a votar por alguien “que robe, pero haga obra”. Y es más triste porque la encuestadora, queriéndolo o no, refuerza que esa noción (o sospecha o convicción) forme parte de la manera cómo encargamos en el Perú la conducción de la cosa pública, que es de todos. Como si lo que una autoridad debe administrar no fuera nuestro.

Casi con seguridad, la misma pregunta tan “singular” que la empresa ha utilizado en Lima, podría ser aplicable en muchos lugares de nuestro país. Y vaya usted a saber si obtendría respuestas parecidas. Si así fuera, es evidente que hemos ingresado al ámbito de la resignación.

Por ello es absolutamente frecuente oír que “así ha sido siempre” y que “esto no tiene remedio”, quizás para soslayar angustias y creer que estamos frente a una fatalidad y debemos aceptarla.

Lo que se debe evitar es, precisamente, la resignación. No debiéramos rendirnos jamás ante aquello que nos daña y casi nos condena. Si vencer tiranías exige coraje, paciencia y constancia, no menos se requiere para superar estos presagios destructores. El futuro se construye decidiendo y asumiendo.