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Lunes 20 de octubre 2014

¿Política o politiquería que continúa?

Por: Francisco Chappa Vicuña
¿Política o politiquería que continúa?
Foto: FCHV


Las alianzas electorales como ruta a la tomar el poder son repetitivas en la historia peruana, no han sido innovadoras. Se armaron en clubs aristocráticos de políticos afrancesados, en cafés o mesas incomodas con partidos hoy llamados tradicionales y han devenido en amontonamientos de cascarones unipersonales atomizados, revestidos de formalidad “democrática”. Su lógica política fue inmediatista, despreocupada de la visión de país, fueron despotismos espurios y cuasi democracias donde el nombre Republica fue una “representación”, una intuición sensible, de costado al concepto del Leviatan, de costado a sus masas, civitas, al furor de la choledad. Nuestra clase política nos ha dejado una bomba de tiempo, un sistema político, geográfico y electoral obsoleto, una administración desarticulada, partidos políticos que representan cada vez menos; un conglomerado peligroso para la gobernabilidad que avizora un cataclismo regional que ya nos desprestigia como nación en el mundo.

El “salvar la política”, propuesto por el expresidente Alan García recientemente al proponer un Frente Nacional, no ha sido entendido cabalmente, los oidores de la partidocracia lo simplifican en exclusivismos de antaño, como otra “representación” democrática más, donde otro príncipe supremo guiará la alienación sin un cuerpo político libre de instituciones con atribuciones claras y delimitadas. Se pre dibuja intolerancia política bajo razones morales, sería un enroque de políticos premodernos, que postergaran las reformas urgentes y de fondo del Estado, bajo argumentos como “ya estamos sobre el caballo”, “no hay tiempo” o “el partido ya es secundario” cuando se debate sobre el poder legítimo, el principio de tolerancia o partidos políticos. Hay temor, al suponer erróneamente que un partido político transparente y moderno es incompatible con la visión de su líder.

El expresidente no está proponiendo otra “representación” de la República, sino una Commonwealth de Hobbes, un Estado moderno con autoridad, una fuerza legítima que de seguridad, sin yuxtaposición de funciones y que aplauda el tiranicidio. Un Gran Frente Nacional, de partidos institucionalizados, con objetivos y visión de nación, que configure un Estado moderno, ágil a los cambios sociales y económicos del mundo globalizado. Un contrato social y económico con legitimidad, que en el inmediato reforme con urgencia , el sistema político electoral, que detenga el mal uso de los presupuestos, reduzca la permisologia, solidifique inversión privada y medio ambiente limpio y detenga el saqueo legal en la que hemos convertido las presidencias regionales y alcaldías del país.

Esa modernidad de la política desde la “tecnicidad” de Maquiavelo, pasa por retomar la autoridad y representar el interés de 24 regiones que reformen la infuncional Ley de los Partidos Políticos. Se debe achicar el espacio a la antipolítica encubierta en cascarones partidos, candidatos con juicios, pandilleros que compran movimientos y dineros oscuros revestidos de “anti-limeñismo centralista”. Una república moderna tiene partidos políticos institucionalizados que preparan profesionales y políticos para una gestión pública eficiente, donde las elecciones internas son ejemplos previos que legitiman comicios nacionales ordenados y civilizados. Es la ruta que innovará nuestra precaria gobernabilidad, es el espíritu natural de libertad sin sujeción, donde gana el mejor y no el mal menor.

El Perú es otro después de las pasadas elecciones, el actuar de Enrique Cornejo es ejemplar desde cualquier ángulo, en ese sentido el aglutinar propuestas de buen gobierno no debe tener cortapisas en la convocatoria del Frente Nacional. El fujimorismo es la otra orilla del rio, que supo escuchar y entender a grandes multitudes nacidas en la informalidad y los emprendimientos de la calle en tiempos de un Estado reducido laboralmente. Las nuevas organizaciones que empezaran a dirigir alcaldías y regiones, entendieron mejor las velocidades y la lógica de los jóvenes, que hoy dirigen sus empresas, negocios, carretillas, ellos en el fondo buscan autoridad, no autoritarismo “limeño”, buscan delegar poder, son una gran parte del rio.

El retroceso económico y administrativo que nos deja Humala y la repulsión que convoca Villarán desnudan el fracaso del comunismo de este siglo. El Frente Nacional propuesto busca legitimar el orden cívico y el pacto del consentimiento y nos induce a revalorar la lógica innovadora de Oliver Cromwell del siglo XVII en esta era de globalización. Los nivelleurs ingleses que fortalecieron esa naciente república son en nuestro presente los vencedores en las regiones que nos preocupaban, son republicanos de origen, creen en la voluntad general, son patriotas, son el furor popular, el incansable control de la calle de los políticos, serán los eternos jacobinos buscando encausamiento, orden y derecho a réplica, son del rio, tienen su playa.

(*) Artista Plástico Visual

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