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Sábado 01 de noviembre 2014

El desgaste de la democracia

Por: María del Pilar Tello
El desgaste de la democracia
Foto: Difusión


Nuestra democracia podría estar en camino de deslegitimación. La desconfianza en los políticos es muy grande. Y está acompañada por el rechazo a las ideologías, especialmente entre los jóvenes. Toca a los partidos políticos seducirlos para que confíen y participen. Es muy bueno que el Congreso haya iniciado la reforma política tan reclamada con la prohibición de la reelección para alcaldes y presidentes regionales y esperamos que se confirme. Positivo porque todo poder concentrado pretende perpetuarse alrededor de privilegios y prebendas de una corte obsecuente que le carga el anda y no se detiene ante la ilegalidad. Lo sucedido en Ancash da para mucho más que ejemplo negativo de los cacicazgos que se erigen sobre la corrupción.

Pero hay una retahíla de aspectos que esperan, dentro de ellos el financiamiento público y directo de los partidos y la transparencia de las donaciones para las campañas electorales, el voto preferencial y la democracia interna de los partidos para que los mejores sean elegidos como congresistas y puedan levantar la alicaída imagen que vienen dejando los actuales representantes que, dicho sea de paso, tampoco deberían reelegirse.

La corrupción no es un problema de la democracia sino de las personas que afectan a las instituciones con consecuencias severas. Podría serlo si el Estado de Derecho no funciona, si las normas son inefectivas y si la fiscalización y el poder judicial son inoperantes. Por eso saliendo de una millonaria campaña electoral se impone la rendición efectiva de las cuentas y eliminar el voto preferencial que deja al dinero la elección soberana, hay que perfeccionar el ordenamiento y robustecer el control policial y jurídico para prevenir y sancionar las infracciones.

Imposible consolidar la democracia sin reformar los partidos políticos y acrecentar su responsabilidad en los cargos públicos. Se impone su apertura a la juventud, su permeabilidad a nuevas personas e ideas, de cara a la sociedad con elecciones primarias abiertas o con la participación a través de la Internet. Ya hay experiencias positivas para que jóvenes y ciudadanos se sientan más involucrados. A lo que se agrega el rechazo a la impunidad ni en el Congreso ni en los partidos obligados a purgar a las personas cuyas conductas son éticamente intolerables.

Viene a cuento el famoso Discurso sobre la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, en el que Benjamin Constant, en 1819, afirmaba que “los pueblos, con el fin de gozar de la libertad que les conviene, recurren al sistema representativo para ejercer una vigilancia activa y constante sobre sus representantes y reservarse el derecho de apartarles si han equivocado sus votos y de revocar los poderes de los que han abusado”.

Constant lo dijo hace dos siglos y es muy actual. Hoy más que nunca la sociedad es vigilante. La Red ha traído exigencias, conocimiento y deseos de participar y enmendar errores. En tiempos de ciberpolítica la modernización espera al sistema de partidos para una mejor representación, alternancia de género y primarias internas así como para que incluyan a sectores que arbitrariamente han permanecido fuera.

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