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Miércoles 03 de diciembre 2014

[Thomas Piketty] El capital según Carlos Fuentes

El economista francés Thomas Piketty, autor del best seller El Capital en el Siglo XXI (*), nos ofrece unas líneas (**), haciendo un paralelo entre la novela La Voluntad y la Fortuna de Carlos Fuentes, inspirada en México, y aspectos de las dinámicas económica, social y política del coloso brasileño. "Serán necesarias aún muchas luchas para terminar con la maldición de la historia y mostrar que la voluntad política puede contar más que la buena y la mala fortuna", nos dice el economista galo cerrando el artículo. Pensando, deja entrever, además de Brasil, en toda América Latina.
[Thomas Piketty] El capital según Carlos Fuentes
Foto: Difusión


El economista francés Thomas Piketty, autor de estas líneas y del best seller EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI


En 1865, Carlos Marx dijo que fue leyendo a Balzac que aprendió más sobre el capitalismo y el poder del dinero. En 2014, podríamos tender a decir lo mismo: suficiente con reemplazar el nombre de Balzac con el de otros autores, igual con el del país. En La Voluntad y la Fortuna, magnífico lienzo publicado en 2008, pocos años antes de su muerte, Carlos Fuentes nos ofrece un cuadro revelador del capitalismo mexicano y de las violencias sociales y económicas que campeaba en su país, en camino entonces de convertirse en la “narconación” que hoy cubre los titulares de los periódicos por doquier. En sus líneas, uno se cruza con personajes pintorescos, con un presidente quien despliega una comunicación al estilo Coca Cola, quien no es nada más que el deplorable arrendatario de turno del poder confrontado al eterno del capital, encarnado este último en la figura de un multimillonario, todopoderoso él, que se parece en mucho al magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim, primera fortuna mundial.

Los jóvenes vacilan en optar entre la resignación, el sexo y la revolución. Terminarán sus días asesinados por una mujer bella y ambiciosa, que desea para sí sus herencias, y que no necesita de la ayuda de alguien como el Vautrin de Balzac a fin de llevar a buen puerto su delito; una prueba fehaciente de que la violencia ha aumentado dramáticamente desde los 1820. La transmisión patrimonial, objeto de todas las codicias que emanan de todos aquellos que no forman parte del círculo familiar privilegiado, destructora de las personalidades individuales en el caso de los que forman parte de este, se halla en el centro de la meditación del novelista. 

Se ve por todos lados la influencia nefasta de los gringos, esos norteamericanos que “poseen el treinta por ciento del territorio mexicano” y de su capital, tornando aún más insoportable a la desigualdad. Claro, las relaciones de propiedad son siempre complejas, difíciles de organizar de manera pacífica en el seno de una misma comunidad política: nunca resulta simple pagar el alquiler al propietario de un lugar y tranquilamente llegar a un acuerdo con él sobre las modalidades de índole institucional que permiten esta relación y la perpetuación de la misma situación. Pero cuando es un país entero el que transfiere alquileres y dividendos a otro, esto se convierte en algo francamente doloroso. Lo que con frecuencia viene después son los interminables ciclos políticos en los que se alternan las fases de triunfante ultra-liberalismo y los breves periodos de expropiación caótica, algo que mina desde siempre el desarrollo de América Latina.

Sin embargo, el progreso social y democrático es posible en este continente. Hacia el sur, en el Brasil, Dilma Rousseff viene de ser reelegida in extremis gracias al voto de las regiones pobres y al de los grupos sociales más desfavorecidos, quienes, a pesar de las decepciones y negaciones generadas por la acción del Partido de los Trabajadores (en el poder desde la elección de Lula en el 2002), se sienten muy identificados con los avances en términos sociales que los han beneficiado y que temen ver peligrar con el regreso de la “derecha” (en realidad, el Partido de la Social Democracia, pues en América Latina casi todo el mundo se dice de izquierda, en la medida que esto no acarree mucho costo a las élites). Es un hecho que la estrategia de inversión social llevada a cabo por Lula y Rousseff con la creación de la Bolsa Familia (suerte de ayuda familiar reservada a los más modestos), y más aún el incremento del salario mínimo, ha permitido una reducción sensible de la pobreza durante los últimos quince años. Estos frágiles logros sociales son hoy amenazados por factores internacionales (caída del precio de las materias primas, en particular del petróleo, los vaivenes de la política monetaria norteamericana y la austeridad europea) que constituyen un pesado fardo para la economía brasileña y la empujan hacia la recesión, lo que es acentuado por las enormes desigualdades que minan al país.

Vemos ahí reflejada el peso de la maldición de la historia que nos relata Carlos Fuentes. Brasil, en 1888, es el último país en haber abolido la esclavitud, un momento en el que los esclavos representaban la tercera parte de la población, cuando nada habían hecho las clases detentoras de la riqueza a fin de deshacerse de ese pesado legado de desigualdad. La calidad de los servicios públicos, al igual que el de las escuelas primarias y secundarias, a disposición de la gran mayoría hace gala de un nivel bastante bajo. El sistema fiscal brasileño es pesadamente regresivo y asume con frecuencia gastos públicos que se caracterizan por lo mismo. Las clases populares pagan impuestos indirectos muy altos, con tasas que alcanzan hasta el 30 por ciento como es el caso de la que concierne al consumo de electricidad; mientras que las sucesiones de mayor envergadura son gravadas con un insignificante 4 por ciento. Las universidades públicas son gratuitas, pero benefician tan solo a una minoría privilegiada. Limitados y tímidos mecanismos de acceso preferencial a las universidades fueron implementados por Lula en aras de favorecer a las clases populares y a las poblaciones negras y mestizas (acompañado el proceso con los interminables debates sobre los problemas planteados por la autodeclaración racial en los censos y los documentos administrativos), no obstante la presencia de estas en los claustros universitarios es apenas perceptible. Serán necesarias aún muchas luchas para terminar con la maldición de la historia y mostrar que la voluntad política puede contar más que la buena y la mala fortuna.

Traducido por FHR (G)

(*) El lanzamiento de la edición en español del libro de Thomas Piketty, profesor de la parisina École des Hautes Etudes en Sciencies Sociales, se llevó a cabo en el curso del mes de octubre pasado. 

(**) Artículo publicado en el diario francés Liberation este lunes 1 de diciembre de 2014 

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