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Viernes 26 de diciembre 2014

Los arrieros

Por: Guillermo Vidalón del Pino
Los arrieros
Foto: Difusión

 

Guillermo Vidalón del Pino, autor de este artículo

De cuando en cuando llegaba al pueblo un arriero al cual la gente se refería como “El Optimista”, él había escogido como compañía de sus andanzas a una mula llamada “Progreso”. Optimista realizaba su trabajo portando mercancías de un pueblo a otro y cada cierto tiempo visitaba la gran ciudad. A veces sufría las arremetidas de los recaudadores de impuestos, quienes en vista de que no hallaban nada de fondo, recurrían a la complejidad de su formulario para hallar el error y determinar la detención de su carga. Afortunadamente, los recaudadores eran muy expeditivos y por una “contribución extra”, Optimista al fin veía pasar su carga. Por supuesto, nada parecido con nuestra realidad…

Optimista, a sabiendas de que su mula no lo entendería, ¿o quizás sí?, le hablaba y le contaba cada cosa que observaba en los poblados. De las carencias, tomaba la decisión de qué debería traer en su próxima visita. Algunos dicen que fue así como surgió el comercio de exportación e importación entre un pueblo y otro; y, luego, entre países hasta lograr lo que denominamos la globalización.

La población de cada uno de estos lugares estaba agradecida al arriero, porque traía aquello que no tenían y que les resultaba útil para aminorarles su arduo trabajo. Optimista era de aquellos que, a pesar de haber recibido comentarios negativos de uno u otro lugar, le comentaba a Progreso, ¿ganaremos algo al anunciar la malaventura del villorrio cercano?, la mula meneaba la cabeza de un lado al otro mientras Optimista interpretaba esa cadencia como la disposición a guardar silencio.

El otro arriero era conocido como “Don Pésimo” y su mula “Sospecha”. Don Pésimo hacía el mismo recorrido que el Optimista, pero en tiempos diferentes. Don Pésimo era el custodio del pasado mientras que Optimista tenía como emblema el futuro. Don Pésimo decía, “no hagan eso porque en el pasado ocurrió tal cosa”, ¿cómo si los hechos del pasado se repitiesen inexorablemente en el futuro?, ¿acaso nada ha cambiado desde que salimos de las cavernas? En cambio, Optimista decía, “el pasado es un libro abierto para intentar hallar la solución adecuada para el tiempo presente”. Optimista siempre proponía soluciones que necesariamente se ejecutarán en el futuro.

Cada día, Don Pésimo se hallaba más preocupado porque tenía menos personas que escuchasen sus lamentos y, por lo tanto, tenía menos seguidores y compradores de malaventuras. Don Pésimo le preguntó a Sospecha, ¿qué podemos hacer?, llevar una gran preocupación a los pobladores. Entonces, llegó con la noticia de que en las ciudades estaban encerrando los ríos “y si los ríos no llegasen al mar…no habrán más lluvias y pronto nuestros campos se secarán y el hambre y la miseria acabará con nosotros. Tenemos que organizarnos para impedirlo”.

Efectivamente, la población de cada uno de estos pueblos estaba muy preocupada con lo que afirmaba Don Pésimo, además, siempre tenía de su lado a la fiel Sospecha. De pronto, tuvo por compañía a los miembros de la Orden No Gestora, diestros en otorgar apariencia de verdad a las afirmaciones más disparatadas en provecho propio. Inclusive, algunos de sus integrantes se dieron tiempo para elaborar el “Manual Improductivo”, documento que propone una serie de estrategias para enarbolar y defender el “No”, frente a cualquier propuesta de cambio y desarrollo.

Otra vez, Don Pésimo le preguntó a Sospecha ¿Qué hacer? y su mula decidió descansar sobre el camino, esta conducta fue interpretada por Don Pésimo como su asentimiento a tomar la carretera.

La Orden No Gestora le indicó a Don Pésimo que debía promover una colecta entre todos los pobladores, que él sería el Secretario General, los amigos que él designe ocuparían la Junta Directiva y, por supuesto, el Comité de Vigilancia. Nada parecido a aquello conocido como democracia y la división de poderes. El paro se convocó y el abastecimiento hacia la ciudad principal se interrumpió.

En la ciudad, las autoridades decidieron importar alimentos. Los productores de los países vecinos estaban de plácemes, garantizado un nuevo mercado para sus productos empezaron la construcción de obras que les permitiesen disponer de agua a lo largo del año.

Optimista y Progreso se marcharon con su emprendimiento a algún país vecino en busca de nuevas oportunidades. Ellos siguieron con su prédica y su crecimiento mientras Don Pésimo, su mula Sospecha y los miembros de la Orden No Gestora sumieron a su país en el caos y el desaliento.

Muchas gracias por leerme, aprovecho la oportunidad para desearle a todos mis lectores y sus familiares un Feliz Año Nuevo 2015, esperemos con mayor crecimiento que el actual. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.

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