La mala educación

La EDUCACIÓN, en tanto concepto integral y permanente, no es un episodio de nuestra existencia sino la existencia misma, como un largo proceso y por etapas.

Siendo así, la educación del ser humano comienza –como se sabe- aún antes de su nacimiento. Resultará obvio pero inevitable insistir en que los primeros educadores son los padres. Entonces volvamos a recordar que NO ES LA ESCUELA la única responsable de la educación o formación de nuestros ciudadanos. Su rol es fundamental pero, conforme pasa el tiempo, deviene en complementario. Durante la escolaridad y aún después, nuestros niños están una parte de tiempo en las aulas, pero mucho más en sus casas o en el barrio; en el espacio ilimitado de internet o en la virtualidad de los videojuegos.

Por consiguiente, en el recorrido de la infancia a la juventud y a la adultez, los mensajes son muchos, distintos, de todo tipo y efecto. No es en rigor educación, pero sí son influencias, inducciones, sugerencias, modelos, señuelos. Sobre su discriminación e impactos es bastante difícil ESTABLECER LÍMITES, que no sean aquellos que el hogar y la escuela hayan logrado impregnar en nuestros chicos, oportunamente. Es por esto que necesitamos una sociedad sana, educadora.

Ya bastante tenemos con la frivolidad vacía y pegajosa, inconducente pero seductora de estos divertimentos baladís de “Combate”, “Esto es guerra” o parecidos, para que ahora debamos soportar las fundamentaciones socarronas, alusiones procaces y “denuncias” moralizantes del Ministro del Interior. Qué triste libreto. Algo muy serio debe estar preocupando al gobierno de nuestro país. Sólo así se entendería que haya encargado este rol farsesco a un funcionario que debiera darnos ejemplo de claridad, rectitud y ponderación.