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Sábado 24 de enero 2015

¿Se puede crecer sin inversión?

Por: Guillermo Vidalón del Pino
¿Se puede crecer sin inversión?
Foto: blog.pucp.edu.pe


Guillermo Vidaluón del Pino, autor de estas líneas


Una de las reglas básicas para atraer inversiones, generar empleo productivo y bien remunerado es generar confianza, sin ella, las tasas de interés empiezan a subir, el tipo de cambio se eleva y la conducta habitual de las personas es restringir sus gastos, lo que a su vez termina por deteriorar aún más la economía.

Aquellos que justifican sus errores sin asumir un ápice de responsabilidad dirán que el contexto internacional es adverso y que anteriormente fue propicio, ergo, no hay nada más que hacer, salvo esperar tiempos mejores. Lo anterior es totalmente falso. En momentos de crisis internacional también es posible seguir creciendo si nos distinguimos lo suficiente como para atraer mayor inversión.

Las políticas -sean cuales fueren- no pueden desconocer la realidad, sobre todo, cuando un principio universal del derecho es la primacía de ésta. En tiempos de expansión económica se suele elevar los estándares de calidad de todo tipo sin afectar la productividad y la generación de empleo, lo cual es positivo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando el panorama se torna incierto y muchas veces adverso? En economía, los especialistas recomiendan aplicar políticas contra-cíclicas en períodos de crisis para estimular la demanda local y, en paralelo, asimilar los impactos externos, acción que hay que ejecutar antes de sentir el impacto de la crisis.

Si, en adición, las políticas contra-cíclicas gozan de cierto respaldo -y en algunos hasta les genera un entusiasmo mayor-, empleando la misma lógica del estímulo, ¿no sería coherente que dichos sectores respalden la promulgación de políticas contra-cíclicas, sea en materia ambiental y laboral?

En el Perú, hemos pasado períodos en los que inclusive con rango constitucional gozábamos de una serie de derechos, por ejemplo, se decía en la Constitución de 1979 que todos teníamos “Derecho al Trabajo”, “a la Vivienda Digna” y así sucesivamente. Cuando los jóvenes de entonces salían en búsqueda de una oportunidad laboral, se percataban de que los puestos de trabajo existentes eran mucho menores que la oferta de mano de obra, en consecuencia, un sector mayoritario de la economía -conocida como “informal”- ofrecía (y ofrece) puestos de trabajo, pero en condiciones muy precarias.

Cuando pretendemos alcanzar el bienestar en función a una norma, en vez de hacerlo en concordancia con nuestra productividad, estamos optando por seguir a “Alicia” en su país de “Maravillas”.

Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística e Informática informó que el Producto Bruto Interno de noviembre pasado creció tan solo 0.3%. Cabe preguntarse, ¿hubo manera de evitar la caída o de hacerla menos dramática?, Sí, si la hubo. Recordemos que al no haber impulsado en su oportunidad la concreción de proyectos de interés nacional (como podrían ser los proyectos mineros Manhathan y Río Blanco en Piura; Quilish, Conga, Michiquillay y La Granja en Cajamarca; Quellaveco en Moquegua; Tía María en Arequipa y la Ampliación Toquepala en Tacna), hemos perdido el interés que concitábamos en algunos inversionistas, se ha suspendido o retrasado el inicio de muchos otros proyectos, peor aún con la caída de los precios de los metales, lo que alimenta la crisis y posterga la inversión requerida para crecer.

Dada la persistente tendencia decreciente (el cobre ha caído 10.6% en lo que va del año y el oro con $1,285 por onza aún está muy distante de los $1,780 de febrero del 2012) muchos inversionistas han perdido interés en el desarrollo de sus proyectos.

Ahora, ¿quién se hará responsable de la pérdida de más de 30 mil millones de dólares de inversión y de más de cien mil puestos de trabajo, directos e indirectos?

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