Grover Pango Vildoso, autor de estas líneas
Se han conocido los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes 2014 (ECE) - segundo grado primaria- y se colige que estamos mejorando. Con su habitual ponderación el ministro Jaime Saavedra ha invitado a la serenidad y, eludiendo todo triunfalismo, ha preferido recomendar que se vea en el resultado no un éxito sino una esperanza.
Mejor así. En esta materia la prudencia recomienda andar con pies de plomo. Apenas se trata de pequeños pasos promisorios, avances discretos, mejoras comparativas con nosotros mismos. Pero así como no se debe cantar victoria tampoco se deben menospreciar los resultados.
Nada ocurre de la noche a la mañana. Lo que se ve en determinado momento es el resultado de un PROCESO –siempre prolongado cuando de educación se trata- en el que concurren razones y factores que facilitan o entorpecen los avances deseados. Es un desatino total reclamar méritos exclusivos y excluyentes.
Aunque es difícil ser objetivo y ecuánime en el análisis de estos procesos, arriesgo a sugerir algunas razones. (A) La situación económica del país que en los últimos 20 años ha generado mejores condiciones de vida; (B) la insistencia nacional en exigir mayor preocupación por lo educativo; (C) la relativa continuidad normativa: la meritocracia se va entendiendo y aceptando, aunque no han faltado enconos políticos abzurdos (sí, con zeta); (D) la insistencia en hacer las cosas cuando se debe: planeamiento escolar, comenzar en marzo, contratos oportunos, textos a tiempo, esfuerzo docente, más infraestructura. Y etcétera.
Me alegra siquiera pensar que la terca apuesta de instituciones plurales como Foro Educativo (desde 1992), proponiendo concertación, planificación y continuidad, vaya mostrando sus modestos primeros logros. Falta mucho por hacer pero vamos avanzando.