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Lunes 09 de marzo 2015

Yo no te espío, tú sí me espías

Por: Daniel Parodi
Yo no te espío, tú sí me espías
Foto: Daniel Parodi

 

En un artículo publicado el 3 de marzo en el Mercurio de Santiago, mi destacado colega chileno Joaquín Fermandois le pone paños fríos al reciente caso de espionaje de su país al nuestro, bajo la tesis de que esta es una práctica normal de los estados. En su nota, titulada “Yo espío, tú espías”, Fermandois tilda de hipersensible la reacción peruana y la vincula al recuerdo de la Guerra del Pacífico.

Las entrelíneas del texto de mi colega evidencian que influyentes sectores políticos y académicos de Chile aún justifican el espionaje bajo el viejo criterio de la “razón de Estado”. De hecho, su fuente principal para desarrollar su argumento no es otro menos que el controvertido Henry Kissinger, quien fuera Secretario de Estado en USA en tiempos de la Guerra Fría, tiempos caracterizados por el espionaje y la intriga internacional.

Al traer a los tiempos presentes la cuestión del espionaje, Fermandois refiere las intervenciones de la NSA a los celulares de las presidentas Angela Merkel y Dilma Roussef las que, como él mismo reconoce, afectaron los intereses de Washington en Alemania y Brasil. Ciertamente, la detección de estas escuchas motivó la pública y sentida disculpa de Barack Obama, quien en un largo discurso de 16 minutos le aseguró a su homóloga alemana que esto no volvería a pasar. Sin embargo, lo que Fermandois colige de esta situación es que la práctica del “fisgoneo al vecino” es actual y se justifica.

Con la intención de matizar los imaginarios peruanos que mi colega alude, me pregunto por las razones históricas que explican que Chile sostenga aún un discurso y práctica favorables al espionaje. Un primer elemento a considerar es la conformación de la identidad nacional chilena en el siglo XIX y la común referencia a la metáfora de la “fortaleza sitiada”; es decir, al pequeño y emprendedor país rodeado por tres rivales muy poderosos que lo amenazan. No parece casualidad, pues, que el diputado Jorge Tarud haya deslizado la idea de que esta denuncia de espionaje esconda una conspiración peruano-boliviana en contra de su país. Como ve, amigo Fermandois, las teorías conspiracionistas las tenemos a ambos lados del Punto Concordia.

Con estos argumentos no pretendo desechar las observaciones que Fermandois le hace al Perú. En efecto, nuestra excesiva sensibilidad frente a todo lo que viene de Chile es una realidad que debemos enfrentar desde las políticas educativas. Al contrario, lo que trato de mostrarle a mi colega es que en Chile también existen sensibilidades frente a sus vecinos, además de un nacionalismo férreo que acompaña un particular proceso de consolidación del Estado. Por eso nos debemos una mutua proclividad a tratar estos temas conjuntamente, porque la historia no la vamos a cambiar, pero sí podemos difundir más los episodios que nos unen y comenzar a vernos con una mirada diferente, como nos lo exigen las nuevas generaciones.

Es por eso que me pregunto si no se trata, más bien, de consolidar la confianza mutua con los mecanismos bilaterales que hemos construido el Perú y Chile en las últimas décadas. Me pregunto si no se trata de reforzar la complementariedad económica que hemos labrado juntos a través del TLC y la Alianza del Pacífico. Me pregunto si tras cumplir con el mandato de la Corte Internacional de Justicia en tiempo récord no es lo deseable cambiar el chip del “espionaje y el recontraespionaje” para darle a la relación bilateral un nuevo principio que tome en cuenta, precisamente, la innegable sensibilidad que Ud. ha referido.

Por estos lares tenemos también mucho que hacer, no dudo que, en lo coyuntural, las cosas se facilitarían si nuestro presidente Ollanta Humala bajase un poco el tono de la voz. Pero también es cierto que, en 2009, el expresidente Alan García aceptó las satisfacciones chilenas por el caso Ariza y sin embargo nos han seguido espiando. Por eso, más allá de las formas diplomáticas, el mensaje del Perú es clarísimo: no nos gusta que nos espíen y aunque queremos la integración, no la encontramos compatible con el espionaje. ¿El gallo canta más claro?

La nota de Joaquín Fermandois en El Mercurio:http://www.elmercurio.com/blogs/2015/03/03/29821/Yo-espio-tu-espias.aspx

Publicado hoy en Diario La República

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