El ejército iraquí y los milicianos chiitas luchan por recuperar Tikrit, ciudad que en su momento fuera bastión de Saddam Husein, en manos actualmente del grupo yihadista Estado Islámico. Los combates son encarnizados. Tikrit es un punto estratégico, de ahí la ferocidad de la lucha. El desenlace de esta batalla, según los analistas, se constituirá en buena medida en un indicador de lo que sucederá en combates de mayor envergadura; como por ejemplo la recuperación de Mosul, segunda ciudad en importancia en Irak, convertida hoy en bastión de los fundamentalistas del Estado Islámico.
Los analistas sostienen que la liberación de Tikrit, una ciudad de talla importante, equivaldría a cortar de tajo la vía de aprovisionamiento entre Mosul y Bagdad. Y mostraría asimismo la eficacia de la acción en conjunto de las fuerzas gubernamentales, la policía y las llamadas unidades de movilización popular conformada por los milicianos chiitas, cuyo número rondaría los 100 mil combatientes. Un dato importante, ya que su presencia suple la desbandada que se produjo en el seno de las fuerzas de seguridad de Irak a raíz de la caída de Mosul en junio de 2014.
El único pero importante problema radica en el hecho que los milicianos chiitas estarían cometiendo excesos con las poblaciones sunitas que han sido liberadas; las denuncias no se han hecho esperar. De ahí la importancia de la forma que se comporten en la batalla que libran en Tikrit. Pues de esto dependerá el involucramiento de fuerzas sunitas en las batallas por venir de miras a la recuperación de otras ciudades que se encuentran bajo control del Estado islámico.