Este año es crucial para la paz en el norte de África, debido a que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha advertido al Consejo de Seguridad que el statu quo en el Sáhara Occidental no puede continuar y que tiene que haber una revisión de todo su accionar.
Marruecos invadió el Sáhara Occidental en 1975 y se cumplen 40 años de este latrocinio contra el Derecho Internacional, un franco desafío a la ONU, un acto contra la paz mundial y una agresión a todo un pueblo, el saharaui.
La invasión fue muy cruenta, atentados con bombas napalm y fósforo a la población civil, que mucho de ella pudo huir y refugiarse en los Campamentos de Refugiados de Tinduf, en Argelia, país que los auxilió humanitariamente.
Las familias saharauis viven, desde entonces, divididas –más aún porque Marruecos construyo el muro militar más largo del mundo, de 2.720 kilómetros- entre el territorio ocupado, el liberado (en el que se fundó la República Árabe Saharaui Democrática) y los campamentos.
En el territorio invadido, los saharauis viven oprimidos, sin libertad de expresión y con atentados diarios a los derechos humanos, sin juicios justos y utilización impune de la tortura. Además Marruecos expolia sus recursos, como los fosfatos, el mejor banco pesquero del Atlántico, la venta de arena, etc.
En los campamentos de refugiados viven con la ayuda humanitaria internacional y por la crisis económica mundial ha sido reducida dramáticamente, agudizada por las patrañas de Marruecos para que se disminuya.
El Sáhara Occidental es un territorio no autónomo pendiente de descolonización, considerado así por la ONU, por lo que tiene que realizarse un referendo de autodeterminación. La ONU propició un alto el fuego en 1991 con la promesa de que el referendo se realizaría en seis meses. Desde esa fecha –han pasado 24 años- Marruecos lo bloquea, así como las conversaciones con el Frente Polisario –representante legítimo del pueblo saharaui reconocido por la ONU- bajo auspicio de la ONU.
Los jóvenes saharauis quieren volver a la guerra, mientras Marruecos se está armando con modernos aviones de combate, fragatas y misiles, para asegurar su ocupación militar de un territorio que no es el suyo y que dilucidó la Corte Internacional de Justicia de La Haya de manera brillante: “no existe ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental y el reino de Marruecos”.
Debe evitarse el derramamiento de sangre y la ONU y las potencias -que integran el Consejo de Seguridad- deben obligar a Marruecos a que se retire del territorio ocupado.