De ideas, acciones y palabras

Parece que no sólo entre nosotros, pero es poco frecuente que los presidentes del Perú hayan incursionado en la autoría de libros.

Volviendo siete décadas atrás, un hombre de talante intelectual como José Luis Bustamante y Rivero ha dejado algo más de una docena de títulos, en su mayoría concernientes a los temas jurídicos, junto a otros breves dominados por la rendición de cuentas. Con Fernando Belaunde Terry la producción fue mucho más austera, representada por el emblema de “La conquista del Perú por los peruanos”. En ese lapso hemos tenido siete presidentes de facto (Odría, Noriega, Pérez Godoy, Lindley, Velasco, Morales Bermúdez y Fujimori –parcialmente-) de los que, con la excepción de unas reflexiones de Francisco Morales Bermúdez, el resto es silencio. Tampoco se registra contribución intelectual alguna de Alejandro Toledo, no obstante el alarde de sus atributos académicos.

Con la aparición de “OBRAS. LO DICHO Y LO ESCRITO”, Alan García instala la impronta del gobernante que establece una relación seria y necesaria entre las ideas políticas, los actos de gobierno, las reflexiones científicas que inspiran decisiones y evoluciones, así como una cuota aún insuficiente de testimonios de los treinta y seis años que el autor registra en la vida política peruana, recogidos en nueve tomos.

El inmenso aporte bibliográfico e intelectual de Alan García pasa a ser desde ahora objeto de escrutinio. Comparaciones habrá que pretendan minimizarlo o que lo acerquen a Benjamin Disraeli, Felipe González, Václav Havel o Winston Churchill.
Lo más rotundo está allí escrito porque fue estudiado y pensado. Y hace la diferencia con muchos, especialmente con algunos (aún con pretensiones presidenciales) que incluso se jactan de no leer.