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REDES SOCIALES
Miércoles 10 de junio 2015

Hoy es siempre el primer día

Por: Grover Pango Vildoso
Hoy es siempre el primer día
Foto: Difusion

Tratar de entender al Perú es una exigencia que mezcla entusiasmo con desolación. ¡Cuántos grandes peruanos han querido enseñarnos a entender nuestro país! Tal vez en el afán inacabado de entenderlo esté el secreto del inmenso amor que sentimos por él: lo amamos más porque no alcanzamos a conocerlo y comprenderlo.

Las miradas profundas y panorámicas sobre esto seguirán en manos de intelectuales y políticos (sólo los que tengan la talla para entrar en la historia). Pero hay otras búsquedas más pequeñas e inmediatas, de menor alcance, con las cuales no podremos resolver las grandes incógnitas del pasado ni las incertidumbres del futuro, pero algo podríamos hacer por MEJORAR EL PRESENTE.

Posiblemente estemos de acuerdo en que uno de nuestros hábitos sociales más frecuentes es la maledicencia. Pero no es sólo hablar mal de los ausentes, sino que generalmente va  unido a la descalificación y menoscabo de sus méritos o triunfos.

¿Por qué no nos alegran LOS LOGROS DE LOS DEMÁS? ¿Acaso perdemos algo cuando otros obtienen victorias y reconocimientos? ¿Por qué el talento –o siquiera el esfuerzo- no es reconocido con satisfacción? ¿Por qué –en general- no soportamos el éxito?

Parece haber algo en el inconsciente colectivo que nos impele a la derrota, incluso la propia. Las victorias exigen determinación y esfuerzo, pero además aliento. Aquello de “qué lechero”, “la hizo”, o “se le presentó la virgen” está sólo en la cabeza de quienes confunden el destino con la “tinka”.

Necesitamos APRENDER A TRIUNFAR y algo nos ha enseñado la cocina peruana. Pero no fue casualidad sino trabajo, constancia, ganas de.  ¿Y los fracasos? Siempre habrá, pero mirémoslos mejor como “victorias fallidas”.

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