Viernes 26 de abril 2024 | Contáctenos
Adentrarse en los pueblos de Ancash es tener la cercanía de los Apus, algunos oscuros, otros de verdes intensos y tonalidades similares y otros, de repente los más imponentes, blancos nevados que sobrecogen el alma de emoción.
Tener el Yerupajá frente a nosotros como parte de una cadena de montañas que conforman la Cordillera de los Andes, es un privilegio de pocos, que bien podría convertirse en oportunidad para todos aquellos que decidan salir de Lima, 6 horas por la carretera a Pativilca, pasando por las alturas de Conococha, cerca de esa laguna en la que se vislumbra el límpido cielo serrano.
Y es por esas características, entre otras tantas, que el apasionado documentalista chiquiano Roberto Aldave, bautizó a su tierra con el mote de “Espejito del cielo”, es que Chiquián es así, peculiar, lindo, cálido a pesar de sus fríos amaneceres.
Si bien es cierto llegamos por ese entusiasmo propio de la organización del Primer Festi Andes 2015, había también en nosotros, la curiosidad de conocer parte de la tierra de nuestros abuelos; esta motivación le proporcionaba un plus particular a nuestra visita.
Quedamos impresionados con sus paisajes, los primeros escenarios que se abrían a nuestro paso, cuando aún el amanecer tocaba las ventanas de aquellas casitas de techos dos aguas, de callecitas empedradas, de caminos sinuosos pero seguros, de verdes pastos, campiñas amplias, nubes blancas muy blancas pero escasas, eucaliptos altos que parecían rasgarlas… Todo formaba parte de esa primera impresión de una visitante como yo, como cualquiera, que se permita el tiempo de viajar a su encuentro.
Estas primeras líneas solo bosquejan el lugar, en su fase de encuentro con el ser humano, un lugar que tiene todo para enamorar a sus visitantes. Chiquián, Espejito del Cielo, en la provincia de Bolognesi, Región Ancash; estoy segura que tendrás una segunda visita. Hasta entonces pues…
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