Toda sociedad se organiza en Estados y les da dineros, atribuciones y autoridad para la protección y defensa de la vida. Si un Estado no puede cumplir en esto todo lo demás es accesorio. El primer derecho humano es a la vida. La primera obligación del Estado protegerla. Es su justificación. Si no lo hace no hay razón de que exista.
Así de grave es la crisis de inseguridad y criminalidad desatada que estamos enfrentando. Que las hay peores en otros países seguramente pero la del Perú ya resulta insoportable y la gente busca soluciones. Si el 90% de peruanos se siente inseguro en las calles y en su hogar como no pensar en la ‘justicia’ por mano propia con linchamientos y castigos. Y esto es lo más grave que puede suceder: el retroceso, la ineptitud, el deterioro del Estado. Nada peor. Hay Estados fallidos y Estados inútiles asociados a la pobreza, a la falta de educación, a las enfermedades y a la criminalidad. Vamos perdiendo de vista logros y desarrollos para retroceder al nivel del primitivismo en una sociedad sin reflejos institucionales que torna a la defensa tribal, a la protección que usan los pueblos que se quedaron atrás.
Los políticos pueden prometer todo ad portas de elecciones generales pero el fracaso es el fracaso y las vidas y la confianza perdidas no se recuperan. No se trata de dureza sino de eficacia y no habrá batalla ganada sino sociedad menos lesionada con vidas que se pierden e indignación que crece. Lo que falta es actitud moral, ética social para actuar y para creer, estamos en un círculo vicioso del que será muy difícil salir.
La clave sigue siendo la mayor efectividad de la policía y del Poder Judicial. Pedimos mayor equipamiento, mejora de las comisarías, coordinación Municipios, PNP, Fiscalía y jueces y ojalá lo consigamos pero el mejor y único eslabón efectivo será siempre la sociedad organizada asociada a la autoridad legítima. Para ello debe haber Estado sólido y con autoridad que no desaparezca en el peor momento como es dramáticamente el caso.