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Acaba de realizarse en nuestro país la Asamblea de Gobernadores y Directores del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, eventos al que han concurrido cientos de funcionarios gubernamentales e internacionales de los cinco continentes, asistidos por miles de personas que por primera vez llegaron al Perú.
No nos vamos a referir al contenido de los eventos ni a la calidad técnica de los debates y acuerdos, pues ello compete a los especialistas, pero si comentaremos los aspectos formales de dichas reuniones, en relación al Perú como país responsable.
Había serios temores sobre el cumplimiento del Perú como anfitrión, pues aun no contábamos con un centro de convenciones adecuado y porque la conflictividad social en la época de realización de las reuniones era “complicada”.
Sin embargo todo transcurrió bien y ello debido a que quienes estaban en conflictos sociales internos, comprendieron que sus temas no podían empañar la imagen de nuestro país, que tenía que recibir a sus huéspedes en la mejor forma. Es así que sin mediar acuerdos ni compromisos expresos, todos hicieron un alto en el camino para permitir que las citas internacionales se efectuaran tranquilamente.
El Perú dio muestra que puede atender como es debido a importantes eventos internacionales, lo que acreditó al haber edificado un centro de convenciones de primer nivel, en el breve tiempo ofrecido para ello, pues por la intransigencia de algunos, no se pudo tener desde hace algunos años el palacio de convenciones que se propuso sobre parte del área desocupada del “Pentagonito”.
En tiempo record se edificó y acondicionó la nueva sede del Banco de la Nación adyacente al centro de convenciones y desde donde se apoyó la ejecución de los eventos.
La organización fue exitosa, y el MEF, el BCRP, la Cancillería, PROMPERÚ, y las empresas especializadas en eventos, entre otros, recibieron y atendieron a los visitantes “de maravilla”, exhibiendo el valor histórico y monumental de nuestra patria, así como su cultura. Hubo folklore, música, concierto, danzas, caballos de paso, imaginativas artesanías, excelentes especialidades gastronómicas y todo lo que en alguna medida pudiera interesar a los visitantes.
Fueron cubiertos todos los detalles, quizás con la sola excepción de lo que competía a autoridades municipales, que no arreglaron las avenidas y calles por las que tendrían que transitar los visitantes.
Destacó el orden para mostrar las vías alternas por las que pudieran discurrir el resto de ciudadanos, con señalización digna de países del primer mundo, pero lo que se llevó el aplauso y reconocimiento ciudadano fue la actuación de nuestra Policía Nacional, la que no solamente dio seguridad a los visitantes sino impidió cualquier acto ajeno al de un buen país anfitrión.
Estuvo la Policía correctamente uniformada, atendió con cortesía a todo el mundo sin dejar de ser severa cuando era requerido, supo dar explicaciones a todo el que lo necesitara, para todo lo cual requirió prepararse y lo hizo eficientemente.
El Perú demostró, que cuando se lo propone, puede hacer inmejorable su tarea. ¡Bien por ello!
Publicado en el diario La Razón el 18 de octubre de 2015
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