No desestabilicemos régimen de tarifas eléctricas

Las críticas al precio de la electricidad ha ido “in crescendo” en los últimos seis meses bajo la promoción y liderazgo del Banco Central de Reserva (BCR), teniendo de corifeo nada menos que a don Pedro Pablo Kuczynski (PPK), hoy candidato en campaña a la presidencia de la república. Una institución y un economista de indudables preferencias de la libertad de precios han decidido abjurar de ella. Al BCR lo motiva la inflación que se aleja de la meta prevista y a PPK, porque la fustigación a cualquier aumento de precios es música celestial para el elector.

Soy opuesto a esta corriente de ganarse aplausos de la tribuna ciudadana, hay que ser claros, los precios de la electricidad reflejan un mercado de competencia con diversidad de participantes y del impacto de una serie de proyectos que son necesarios. La factura al consumidor final es consecuencia de la suma de tres componentes, una de las cuales, la generación, se forma por la pugna de las empresas productoras en subastas que justifican el 87% de esta variable. En cuanto a las otras dos componentes, el transporte desde los centros de producción a la ciudad y la otra, el abastecimiento al consumidor final; su valor depende de la regulación del Osinergmin. Pero en todos los casos la tarifa depende del reconocimiento de la inversión, que es el equipamiento; y los costos de operación, que es la gestión de mantener la infraestructura sin que se produzcan interrupciones.

En cuanto al equipamiento, que es casi importado en su totalidad; donde hay innovación, tecnología y economía de escala; la valorización depende internacionalmente de la cotización del dólar y cuando ésta se incrementa, el costo en soles al consumidor final inevitablemente se eleva. Estamos en un momento de la economía mundial donde el dólar se aprecia en todas las latitudes y eso se refleja en precios de bienes y servicios, como es el caso de la electricidad.

Corresponde opinar en voz alta y clara que tenemos un sistema de formación de tarifas basado en la competencia, que no ha sido nada fácil de estructurar, ha significado una dura tarea de debate de 14 años, a pesar que la reforma central se había dado en 1992, no lo destruyamos por un cómodo facilismo de no recibir críticas.