Que hable Szyszlo

Las sociedades suelen reconocer (y necesitar) a personas paradigmáticas que, en circunstancias muy especiales, juegan un rol reflexivo y orientador. Son aquellas figuras que se empinan sobre las asperezas de su tiempo y logran ser escuchadas o, por lo menos, no ser ignoradas. Entiendo que el último peruano que alcanzó ese pedestal fue Jorge Basadre Grohmann. Otro ejemplo sobresaliente ha sido hasta el 2011, en Argentina, el gran Ernesto Sábato.

De hace un tiempo a esta parte ése es el papel de Fernando de Szyszlo en el Perú. Szyszlo es esencialmente un artista plástico, pero es más: un humanista formado en Francia y enamorado de su país, libre de ataduras y dueño de sus verdades. Tanto que no oculta la amistad antigua que lo une a Vargas Llosa pero tampoco niega sus diferencias con él: “…hace tiempo que no hablamos del Perú. Como él estaba defendiendo al gobierno de Humala y yo soy crítico, ambos hemos preferido obviar el tema. Y no vive acá, pues”, dice.

No puede ocultar su desasosiego: “Pensé que estábamos camino al desarrollo”, apunta. “Para mí, estas elecciones son lo más desconcertante y decepcionante”. Es imposible que no se pronuncie, en consecuencia, sobre los funestos ejemplos de un candidato que plagia y usurpa libros. “Es terrible. Después de esa humillación, uno se lo imagina avergonzado, escondido, huido.” Pero no (agrego yo), sigue campante e insolente. Preocupado dice Szyszlo: “Votemos por la experiencia, votemos (…) por lo que nos importa a todos. Nos importa (…) que no haya gente que diga que no ha leído un libro y gana 56 millones de soles”.