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Viernes 26 de febrero 2016

La ciencia lo reconoce… ¡La oración sana!

Por: Don Ingwerson
La ciencia lo reconoce… ¡La oración sana!
Foto: Difusion

Durante los últimos cuatro años he escrito acerca de la salud, en particular, sobre la forma en que está ligada al pensamiento y la espiritualidad. Y me he encontrado con un buen número de artículos y estudios que confirman una correlación positiva entre la salud y la oración. 

Así que fue de gran interés para mí encontrar un artículo publicado recientemente que reportaba acerca de un estudio de más de 1500 casos médicos acreditados donde se descubre que las personas que son más religiosas y oran más tienen mejor salud mental y física. 

“Los estudios han demostrado que la oración puede evitar que las personas se enfermen y, cuando lo hacen, la oración puede ayudarlos a recuperarse más rápido”, informó el Dr. Harold G. Koenig médico de Duke University. 

Una líder religiosa que también investigó la relación entre la espiritualidad y la salud, encontró resultados similares conforme oró por personas con una amplia variedad de enfermedades, muchas consideradas incurables. Mary Baker Eddy documentó los resultados de su práctica de curación en su texto básico, Ciencia y Salud con La Llave de las Escrituras, que incluye un capítulo entero dedicado a testimonios de personas que fueron sanadas, a través de la comprensión de su relación con Dios que la lectura de la Biblia les dio. 

Esa curación continúa hasta hoy día. He sido testigo del poder de la oración en mi propia vida, incluyendo la de mi familia, desde huesos rotos hasta diversas enfermedades, que se han curado rápidamente. 

Hubo un tiempo en que la presión de mi trabajo trajo consigo un dolor de espalda que se hizo tan severo que era incapaz de moverme. 

Cuando estaba padeciendo este dolor, tenía programado un viaje para dar una charla a un grupo por todo el estado y además tuve que lidiar localmente con un grupo sobre cuestiones de temas raciales que tenía que ver con encomiendas escolares. 

A la postre, me volví a la Biblia y contemplé un versículo de Mateo: “Con Dios todo es posible”. En ese momento me di cuenta que podía confiar en la sabiduría de la Mente divina para ayudar a resolver estos temas en la comunidad y en la reunión por todo el estado. 

A través de la oración entregué a Dios toda la tensión producto de los desafíos que tenía, es decir, entendí la inseparabilidad de todos de la fuente divina de toda inteligencia. El dolor de espalda desapareció cuando me di cuenta de que podía confiar en esta inteligencia divina para traer a la luz soluciones prácticas. 

Poco después, se reprogramaron las reuniones. Ambas agendas fueron modificadas para expresar un tono más positivo y los problemas no tardaron en resolverse. 

Es bueno ver el pensamiento abierto a la idea del potencial ilimitado de la oración. Conforme se gane aceptación más generalizada, veremos sin duda su valor en todas las facetas de la vida. 

Don Ingwerson escribe sobre salud y bienestar y su relación con la espiritualidad y representa al Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para el Sur de California.    Twitter @SCalCS

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