Som míos, no nuestros

Hoy puede ser poco lo que demuestra pero mucho lo que esconde la conformación de las representaciones parlamentarias. De los 130 congresistas, sólo 30 están inscritos en los partidos políticos por los que han sido electos. Apenas algo más de la cuarta parte del congreso tiene una pertenencia institucional, mientras que el resto serían simpatizantes, invitados, conversos recientes, amigos de alguien y, por qué no, oportunistas. 

Sus victorias no son el avance colectivo por un ideal común. Es el logro de una acertada decisión personal; una “inversión” dicen por ahí. No los une una ideología; los junta un interés.

El hecho de ser voluminoso no es sinónimo de ser monolítico; menos aún en la vida política donde los elementos de cohesión no son fáciles de conservar. Aquella será la primera dificultad de la mayoría fujimorista, donde apenas 11 son inscritos en su partido.

Las bancadas partidarizadas son minoría, tanto que el Partido Aprista y Acción Popular suman 10 pero todos ellos son militantes de sus agrupaciones. Pocos, pero auténticos. Son los únicos, porque otros que presumen tener presencia nacional son menos que cinco en todos los casos. Ofrecer “franquicias políticas” no es lo mismo que tener partidos. Y esos contratos se rompen con mucha facilidad.

Ahora se entiende mejor que el candidato PPK no se refiera a la representación de Peruanos por el Kambio, sino diga simplemente “mis parlamentarios”. Si pues, son los suyos. Allí no parece haber colectividad sino propiedad. Me hizo acordar cuando una señora muy poderosa preguntaba: “¿dónde está mi ministra”?