Ante el boom inmobiliario urbano de Lima, los espacios industriales de la ciudad han quedado relegados, limitando el crecimiento de las empresas que operan en lugares como la zona industrial de la avenida Argentina en el Callao o en la zona industrial de la Carretera Central en Ate.
Ante la falta de previsión y planificación urbana de las autoridades, fue necesaria la visión y experiencia del inversionista privado para identificar espacios propicios para la instalación de grandes Centros Industriales que cubren todas las demandas de los industriales más exigentes del mercado.
Como explica Roberto Mayser, Gerente General del Centro Industrial La Chutana, el distrito de Chilca reúne las condiciones geográficas y ambientales que permiten al industrial planificar su crecimiento a largo plazo, algo que en Lima no ha sido posible desarrollar.
El distrito de Chilca, identificado claramente como el nuevo polo energético del Perú, se convierte en una zona más atractiva para el desarrollo de ambiciosos proyectos que benefician a la industria. Grandes empresas peruanas y extranjeras han identificado el potencial de esta zona y optado por realizar inversiones de gran magnitud para hacer de Chilca su centro de operaciones.
Valor del terreno
En Lima, los terrenos ya no representan una propuesta rentable para que los empresarios realicen sus operaciones. Los cambios de zonificación realizados por diversas municipalidades durante los últimos años han llevado a que el m2 de terreno industrial llegue a costar más de US$1000, mientras que en Chilca el monto del m2 fluctúa entre US$100 y US$140.
Gran proyecto industrial
El primer proyecto inmobiliario exclusivo para la industria y uno de los más importantes que acoge el distrito de Chilca, es el Centro Industrial La Chutana, que cuenta con un área total de 525 hectáreas de las cuales 241 están ya habilitadas y listas para el desarrollo industrial. Este desarrollo prevé cubrir las necesidades de la industria moderna y cuenta para ello con una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) y una red propia de fibra óptica, que es capaz de soportar velocidades superiores a 1 Gdps (1000 Mb por segundo).