Hay algo especial en la aparición de una columna periodística, especialmente para quienes no somos profesionales en ello. Hay una especie de sorpresa esperada, un algo de expectativa inevitable y una no poca satisfacción.
Mis primeros escarceos periodísticos ocurrieron hace casi 50 años en La Voz de Tacna, el diario decano ya desaparecido de mi ciudad. Casi no podía creer que mis ideas aparecieran allí escritas y que otras personas, aunque fueran unas pocas, pudieran leerlas.
En ese encanto recurrente de varios años nació SCOPIO en “Generacción”, la plataforma virtual que promovió su existencia, y de inmediato vino el gentil hospedaje de CORREO.
Desde aquel 23 de diciembre de 2011 en que apareció por primera vez, deseé que SCOPIO fuera una mirada a los sucesos, las opiniones y aún las personas que -a mi entender- merecían un comentario. Cuando la semana anterior SCOPIO alcanzó su número 300 sentí una satisfacción especial. Nunca antes había celebrado tan íntimamente el fruto de la constancia en el periodismo aficionado.
Agradezco a los medios que han acogido este ejercicio de respetuosa opinión, como agradezco a quienes tienen la bondad de leerme, incluyendo a los amigos del e-mail y de facebook. Ojalá pueda pronto ofrecerlo por otro medio de la maravilla tecnológica.
A veces pareciera que, más que nosotros a ellos, son los escritos los que nos dieran vida.