“Vivir en Chile es muy seguro...” Así me contaba mi sobrina hace unos meses. Acostumbrada a la violencia de la que se escucha hablar en São Paulo, su ciudad natal, para ella vivir en Santiago significa tener más tranquilidad para la crianza y salud de sus dos hijos.
Pero, lamentablemente, no todos piensan así. En un breve y muy interesante reportaje del 7 de octubre, el periodista Jorge Hans muestra cómo es la delincuencia juvenil en Chile y los esfuerzos para disminuirla.
Uno de los expertos dijo en el programa que la ruta de la delincuencia en niños y adolescentes es en realidad un problema de salud mental. Pero, ¿qué lleva a tantos niños por ese camino?
Hoy día, con los altos costos de vida y el vertiginoso crecimiento del consumismo, ambos padres se ven obligados a trabajar. Muchas veces y por largas horas del día, los niños se quedan solos, jugando en la calle y sin ningún interés en la escuela. Pero el problema va más allá, pues crea frustración, tristeza y enojo, sentimientos que provocan el deseo de venganza, alimentan el odio y generan un desequilibrio mental.
¿Cómo podemos entonces encontrar una solución que esté al alcance de todos?
Lisa Miller, psicóloga de la Universidad de Columbia, EE.UU., publicó recientemente un libro que trata justamente este tema, y cuyo título es The Spiritual Child: The New Science on Parenting for Health and Lifelong Thriving [El niño espiritual: La nueva ciencia para promover la función de los padres en pro de la salud y la prosperidad a lo largo de la vida]. Sus investigaciones demuestran que psicólogos y neurólogos ya aceptan como un hecho que la espiritualidad trae protección y bienestar. Lisa escribió: “El desarrollo espiritual durante los primeros años de vida, prepara al adolescente para enfrentar con mayor éxito las preguntas existenciales difíciles, muy fáciles de predecir y potencialmente desorientadoras que hacen que la adolescencia sea tan problemática para los jóvenes (y sus padres). Además, protege la salud, reduce el riesgo de sufrir depresión, consumir drogas, ser agresivo y tener comportamientos de alto riesgo, incluso de exponerse a tener problemas físicos”.
La definición de espiritualidad es muy amplia, pero me gustaría compartir algunos puntos clave que los padres pueden poner en práctica todos los días para que sus hijos crezcan fuertes, equilibrados y preparados para enfrentar los desafíos de la vida, sabiendo que el bien es el poder supremo:
Esos pequeños pasos, dados a diario, pueden contribuir a que haya familias más armoniosas y, consecuentemente, una sociedad más saludable, con menos delincuencia y más salud mental.
Leide Lessa es maestra de la Ciencia Cristiana y escribe sobre la relación entre la espiritualidad y la salud. Twitter: @leidelessa Email: lessal@csps.com