Grover Pango, autor de estas líneas
Debemos ser enfáticos y reiterativos en señalar que la educación no es una responsabilidad exclusiva de las instituciones escolares. Se cree que deben cumplir la parte más importante del proceso educativo, pero no es ni tan cierto ni posible. Educar es formar ciudadanos y eso lo puede hacer la escuela en alguna medida.
No lo hace plenamente porque la escuela [pública o privada] aun cuando poseyera todos los atributos humanos y materiales que necesita, ejerce limitada influencia. Antes que ella está y estará el ambiente familiar. Los comportamientos y las creencias fundamentales vienen de allí. El complejo entramado de la maduración de un niño camino a adulto tiene en su mundo familiar –y sus interacciones externas- un molde básico para su existencia, con las excepciones de siempre.
La influencia de la sociedad sobre una persona en formación actúa sobre la base anterior, con todo su despliegue de interpelaciones y seducciones. Allí los tan demandados ‘valores’ se ponen intensamente a prueba.
Digo todo esto porque ya comienza un nuevo año escolar y porque el país vive horas difíciles por los asuntos públicos conocidos y por conocerse. Porque los que dirigirán el país en 20 o 30 años más están yendo al colegio.
Si alguien considera que no existe conexión entre lo uno y lo otro pudiera estar muy equivocado. Como sociedad, somos lo que nos enseñaron a ser.