Perú: ¿Y la Paz Social?

“Se puede decir que no hay países subdesarrollados sino mal gestionados.”
Peter Drucker

El gobierno de Ollanta Humala inició su lustro con un conflicto social en Cajamarca que dio cuenta de dos gabinetes ministeriales. El problema, es bien sabido, nunca se solucionó y las consecuencias económicas se hicieron sentir a lo largo y ancho de nuestro país. El efecto Conga marcó al gobierno Humalista. Cinco años más tarde, como podemos ver, Las Bambas, otro proyecto minero, en realidad un megaproyecto de envergadura planetaria en lo que concierne a la producción de cobre, actualmente en situación de paro, podría quedar paralizado por el radicalismo antiminero.

Hace pocos días, la Defensoría del Pueblo hizo de conocimiento público el Reporte de Conflictos Sociales N° 155, el correspondiente a enero de 2017, un mes “en el que se registraron 214 conflictos sociales (156 activos y 58 latentes). Respecto al mes anterior, se incorporaron ocho nuevos conflictos, cuatro fueron resueltos y dos fueron retirados”, señala el informe. Así de dramática es la situación social en nuestro país. En cualquier momento las cosas pueden ir de mal en peor e irse de las manos, y el desenlace de un conflicto puede no ser otra cosa que una tragedia. Algo que todos debemos evitar que suceda. En particular quienes están a cargo del Ejecutivo. A quienes, los peruanos, tenemos el derecho de preguntar qué están haciendo para evitar ese escenario.

De acuerdo a lo sostenido por el Instituto Peruano de Economía (IPE), tan solo en el periodo comprendido entre 2011 y 2014 se retrasaron inversiones mineras por un monto superior a los US$ 21,500 millones. De tomarse en cuenta la producción, el efecto en el empleo y el costo de oportunidad total, siempre de acuerdo al IPE, la cifra alcanza los US$ 62,500 millones; es decir alrededor del 43 por ciento del PBI peruano en el año 2015. ¡Una cifra astronómica! El Perú no puede darse el lujo de otro Efecto Conga; no, si sabemos que la economía mundial está atravesando la fase de crisis del ciclo económico y que la recuperación de la economía china se hace esperar. Y no puede darse ese lujo, pues sería hacer la vista gorda e ignorar el peso de la mayor importancia de la minería en el PIB peruano. ¿Acaso podemos ignorar que la minería metálica creció en más del 21 por ciento en 2016 y que la dinámica de la minería ha contado para mucho en la tasa de crecimiento, cercana al cinco por ciento, detentada por la economía peruana en el primer mes de 2017?

El Gobierno de PPK tiene que manejar con actuar con mucho tino a la hora de abordar la solución de los conflictos sociales. No puede presentarse como un gobierno débil. Ni mucho menos permitir ser chantajeado por los gremios antimineros radicales, que actúan imbuidos por propósitos políticos. El gobierno, apuntalado por la Oficina de Prevención de Conflictos de la Presidencia del Consejo de Ministros, tiene que tener una estrategia a fin de hacer frente a estos problemas. Dialogar en beneficio de los peruanos y aplicar, por ende, la ley cuando corresponda. Hay regiones en nuestro país que en un plazo aproximado de dos años pueden ver incrementado sustantivamente su PIB. Apurímac podría incrementar su PIB en un 400 por ciento, según proyecciones del Instituto Peruano de Economía (IPE). Nadie puede negar este crecimiento económico a una región en nuestro país. Eso sería un atentado de lesa economía. El Ejecutivo tiene que mantenerse firme pensando en el progreso del Perú.