Grover Pango, autor de estas líneas
A la intolerancia se la doblega con argumentos y con diálogos que no pueda rehuir. Ergo, todo esfuerzo por acabar con este problema del currículo será útil por el bien de nuestros estudiantes.
Hasta donde están las cosas, algunas lecciones -más bien advertencias- nos dejará este suceso. La primera es que es posible “ver” asuntos donde no los hay de modo evidente; así es como se recurre a extrapolaciones textuales y libres interpretaciones para justificar lo que se quiere.
La otra es que existe una valoración débil o dubitativa de muchos padres respecto de sí mismos; eso posiblemente no ocurra con aquellos que han puesto todo su esmero y su mejor ejemplo en la formación de sus hijos (que es su irrenunciable tarea) y saben que nada podría alterar lo que está sólidamente instalado.
En tercer término se debe descreer de los falsos efectos inmanentes que pudiera poseer el currículo por sí mismo, prescindiendo del rol pedagógico e intermediador que tiene la labor docente. Dicho de otro modo, el mejor currículo imaginable puede ser desastroso en manos de un profesor deficiente; y viceversa.
También ha quedado claro que el fanatismo ha tenido una nueva oportunidad para expresarse. Incapaces de reconocer la complejidad de la naturaleza humana y sus riesgos, sus practicantes creen ver influencias satánicas en todo lo que no les gusta. Acuérdense de la Inquisición.