Que la democracia funcione

Mg. Jorge Luis Martínez, autor de estas líneas

“La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”
Winston Churchill

Esta semana se cumplieron veinticinco años del autogolpe de Alberto Fujimori. En las redes sociales, al igual que en programas de radio y televisión, se suscitaron intensos y apasionados debates. Como era de esperar, algunas opiniones estuvieron a favor; otras, en contra de la decisión que quebró el orden constitucional. Han pasado cinco lustros y un gran porcentaje de nuestros compatriotas, lo indican las encuestas, todavía cree que el cierre del Congreso es la solución. Cuesta creer pero esta es la triste realidad. La preferencia por la medida extrema encuentra su razón de ser, no hay que ser un politólogo para darse cuenta, en el bajo nivel de muchos congresistas (basta con escuchar las declaraciones de algunos de ellos), al igual que en los actos de corrupción y en los comportamientos impropios que han hecho gala un buen número entre los llamados padres de la patria. No está demás decir que en el año 2000, tras la caida de Alberto Fujimori, al movimiento político que estuvo detrás de la medida se le vaticinó el fin. Ago, como todos saben, que no solo no ocurrió. Muy por el contrario, los herederos de Alberto Fujimori constituyen hoy la principal fuerza política en el Congreso de la República. Y de un pelo no llegaron a hacerse del poder del Ejecutivo en las últimas elecciones presidenciales.

Un cuarto de siglo después de ese aciago momento para la democracia, nuestro país está inmerso nuevamente en el lodo de la corrupción. Lo que equivale a decir que como sociedad poco o nada hemos aprendido desde el día que Alberto Fujimori no imaginó mejor medida que la de clausurar el Congreso de la República a fin de solucionar todos los males del país. Una prueba, lo que señala el Fiscal de la Nación: “Por lo que pude trabajar entonces, yo creo que la corrupción de Odebrecht es mayor. Involucra distintas modalidades de soborno, empleadas por varios gobiernos, en varios países hermanos. Montesinos solo era el asesor de un presidente. Odebrecht trabajó con presidentes, con ministros, al menos en tres gobiernos.”. Otras, el hecho de que un expresidente se encuentre purgando prisión y que otro, con pruebas fundamentadas de haber participado en actos de corrupción, se encuentra prófugo en los EEUU. Y otros dos se encuentran en proceso de investigación. En los tiempos del post fujimorismo parece que hubo más corrupción que en toda la historia de nuestra republica.

El pueblo peruano quiere que el sistema democrático funcione. Quiere asimismo un Estado que los represente. Desea que los alcaldes, la autoridad más cercana para el ciudadano de a pie, trabajen de verdad. Y que, a diferencia de lo que sucedió en las últimas semanas de desarreglo climático, las autoridades ediles estén a la altura de las circunstancias. Y no sucedan hechos como el protagonizado por una autoridad regional, quien en medio del desastre se fue de vacaciones a Europa. Y que ahora que se inicia el proceso de reconstrucción de las localidades destruidas, las autoridades deben mostrarse capaces a fin de contribuir a resolver los problemas de decenas de miles de peruanos. Dejando atrás las conductas impropias que hacen que el ciudadano de a pie no crea en la democracia y piense, por ende, que una dictadura es la solución para sus problemas. La reconstrucción es una gran oportunidad para hacer que el peruano de pie crea en la democracia. Hay que trabajar duro y no solo tras un escritorio a fin de estar al tanto de las necesidades de nuestros ciudadanos. Hagamos que la democracia funcione.