Gustavo Saberbein Chevalier, autor de estas líneas
Poco antes de llegar de visita a la ciudad que me vio nacer, vi en Chicago con curiosidad de ingeniero, en la televisión europea, un interesante recuento sobre la grave y escándalosa corrupción que afectó a Siemens. Ese gigante industrial alemán que tiene más de medio millón de trabajadores y presencia en casi todo el mundo.
Y digo que observé con curiosidad dicho recuento televisivo, porque el énfasis del recuento de la corrupción de Siemens, anunciada al mundo desde el 2006, no estaba en cómo se sancionó a los corruptos, corruptos que ciertamente fueron debidamente, sancionados, sino en cómo se hizo esto sin perjudicar a la empresa ni a sus ingenieros, ni a sus técnicos, ni en general al 99.9 % de sus empleados y trabajadores.
Y ademas, por hacer todo ello sin afectar a los subcontratistas de Siemens y sus trabajadores, ni a los bancos que facilitaban el crédito tanto a Siemens como a los subcontratistas, a efectos de no romper ninguna cadena de pagos ni afectar con un chock negativo al país.
Más aún, lograr paralelamente que estos hechos de corrupción no se vuelvan a repetir en Siemens, tomando para ello las medidas del caso, al tiempo que tenían que reorganizar la empresa y asegurar que Siemens no pierda el paso en materia de innovación y competitividad internacional. Todo lo cual, finalmente, alcanzó.
Bueno, y como lo hizo?
PRIMERO, capturando y sancionando a los culpables, que no pasan de decenas, retirándole todo cargo empresarial y obteniendo información de los participantes en la corrupción con cargo a cierta reducción de penas si la información que entregan bien lo vale.
SEGUNDO, nombrando nuevos directivos y administradores con capacidad empresarial y honradez probada, los mismos que tienen como objetivo sacar adelante a Siemens en los términos antes dichos.
TERCERO, no poniéndole ninguna cortapisa a Siemens, para que siga funcionando dentro y fuera de Alemania y participando en las licitaciones internacionales de su interés, con nueva cara, transparencia y renovada imagen y narrativa .
Así, dicho de manera sencilla, pero cierta, Siemens es hoy nuevamente orgullo alemán.
En tanto, nosotros en el Perú, no aprovechamos la experiencia de Siemens ni del el Estado Alemán para resolver problemas. Por el contrario, hacemos todo lo necesario para paralizar Odebrecht, Graña y Montero y otras empresas de construcción y supervisión, que tienen disposición, experiencia, capital humano y maquinaria disponible para contribuir a la reconstrucción del país y la expansión de nuestra infraestructura.
Ya tenemos 40 mil trabajadores afectados, decenas de subcontratistas que no pueden afrontar sus acrecencias y una cadena de pagos prácticamente rota entre ellos, con lo que, considerando el correspondiente efecto multiplicador, hemos damos una frenada en seco a nuestro crecimiento económico y transmitido, sin cesar, desazón y desconfianza, en vez de alcanzar lo contrario.
Todo ha sido hecho como si alguien lo hubiese programado con maldad para perjudicar seriamente al Perú. Para que dejemos de generar el empleo y los ingresos que el Perú necesita.
Para echarnos la culpa, entre todos nosotros, sobre quién es el culpable. Mientras dejamos de progresar.
Digámoslo con claridad, todas las veces que sea necesario, Siemens goza hoy de buena salud y esta curada del espanto de la corrupccion y el desprestigio. Aprovechemos su experiencia, todos nosotros, Ejecutivo, Legislativo, Poder Judicial y ciudadanos en acción para construir y no destruiir.
Gustavo Saberbein, PhD
Lima, julio de 2017.