La magia del fútbol

Grover Pango, autor de estas líneas

Si alguien tenía dudas sobre los maravillosos efectos que el fútbol tiene en la vida de las colectividades contemporáneas, lo que ocurre en estos días es contundente.

La dicha plena puede llegar si derrotamos a Nueva Zelanda. Resulta que ese país existe y existe tanto que en el Índice de Desarrollo Humano está en el rango de Muy Alto con 0,915 de puntuación y ocupa el lugar 13° en el mundo, con 4,511,590 habitantes. Agreguemos que es un lugar extraño donde no hay corrupción, es el país más libre (por sus índices de democracia) y se ejerce el mayor respeto a los derechos civiles. Nosotros estamos en rango Alto, puntuamos 0,740 en el IDH y estamos en el puesto 87°, con una población de 31,488,625. Sobre el resto guardaré un pudoroso silencio.

Como nunca antes el globo terráqueo ha sido examinado para ubicar Oceanía y el mar de Tasmania. Las agencias de viaje han sido consultadas para saber cuánto toma llegar a Wellington. Agréguese que el huso horario nos señala una diferencia de 18 horas y por eso el partido que allá se jugará a las 4:15 de la tarde del sábado 11 de noviembre, nosotros lo estaremos viendo el día anterior a las 10:15 de la noche.

Pero no sólo eso. Recientes encuestas señalan que las cosas van mejor para la opinión pública y alcanza a todos los poderes del Estado, de modo particular a la gestión gubernativa de PPK. Lo dicho: el fútbol tiene magia.