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Domingo 24 de diciembre 2017

Ruraq maki: Exposición de arte popular

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Ruraq maki: Exposición de arte popular
Foto: WPR


Wilfredo Pérez Ruiz, autor de estas líneas

Hace unos días culminó la exitosa exhibición venta “Ruraq maki – hecho a mano”, realizada en la sede del Ministerio de Cultura, que convocó a nutridos artistas procedentes de diversas regiones del país. Fue una actividad colmada de matices, pluralidad, originalidad y atractivos.

Esta iniciativa forma parte de la propuesta Qhapaq Ñan -implementada desde el 2001- encaminada a recuperar y preservar la amplia red de caminos prehispánicos que unió a los pobladores del Tawantinsuyu. Según Giancarlo Marcone Flores, coordinador general del proyecto Qhapaq Ñan Sede Nacional: “…Ruraq maki es un espacio, al igual que el Qhapaq Ñan, en el que recorremos nuestra diversidad nacional y es, a la vez, un puente entre la gente que a veces estando tan cerca, se encuentran tan lejos”.

Me causó innegable atención los insólitos objetos confeccionados con semilla del nogal, cortada de manera transversal, de Gerald Valdez Villanueva; las vajillas adornadas con diseños inspirados en las culturas Recuay y Chavín, coloreadas con pigmentos naturales, de Francisco Zarzosa Cordero; los trabajos en madera de cedro, caoba y nogal de Amancio Tarazona Obregón; los bordados de prendas elaboradas por las mujeres de la Asociación El Arte de Bordar en el Colca; las monturas, carteras, maletines y correas con escenas costumbristas de Alberto Garibay Cancho; el valor estético y simbólico de la alfarería de Rosalía Tineo Torres, reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura (2013); los tallados en granito y marmolina de figuras históricas, religiosas y escenas campesinas de la Asociación Lirio de los Valles; la cerámica versátil y especializada en técnicas llamativas de alto fuego de Tater Vera Vizcarra, que destaca por sus tersas superficiales y el imaginario cusqueño virreinal; y la variedad de piezas de alfarería de la Asociación de Artesanas Generación Llanac.

No puedo omitir expresar mi admiración por las artesanías moldeadas con esbozos de la cultura Lambayeque de la Escuela Taller de Cerámica del Museo de Túcume, ubicada en el Complejo Arqueológico de Túcume (Lambayeque), -uno de los monumentos prehispánicos más importantes de la costa Norte del Perú- que alberga la tumba del Señor de Túcume.

Del mismo modo, participó el pintor Félix Espinoza Vargas (La Oroya, 1955) -egresado de la Facultad de Arte de la Pontifica Universidad Católica del Perú y con estudios y exposiciones en varios países- quien, pase a su discapacidad en ambos brazos, tiene una meritoria fortaleza espiritual y moral que se trasluce en su actitud afable y espontánea. Había escuchado y leído acerca de este artista; pero, al conocerlo y contemplar sus estéticas acuarelas de paisajes arequipeños, comprobé que su vida y labor pictórica constituyen un emblema de esperanza, optimismo, talento y perseverancia.

También, contó con la presentación de la magnífica danza “Llameritos de Panahua” (Castilla, Arequipa) -declarada Patrimonio Cultural de la Nación- y se efectuaron talleres demostrativos de tejido en telar, paja toquilla y pedal, hojalatería, imaginería, cerámica awajún, tallado de madera, teñido, cestería en mimbre y bordado. De esta manera, el público apreció la manufactura de infinidad de productos en un ambiente de hospitalidad, sencillez y entusiasmo de los productores para atender las inquietudes de los asistentes.

Quiero compartir las palabras dedicadas a esta feria por el sociólogo, periodista e intelectual Nelson Manrique Gálvez: "Es inconcebible nuestro imaginario nacional sin la prodigiosa diversidad y calidad de la artesanía peruana y sin el concurso de esos maestros capaces de hacer brotar de sus manos universos infinitos. Celebremos su creatividad y disfrutemos el privilegio de poder llamarnos sus compatriotas".

En la excepcional obra “Luis E. Valcárcel: del indigenismo cusqueño a la antropología peruana” (2013), de este historiador, indigenista y peruanista -cuya recopilación de textos estuvo a cargo de José Luis Rénique y Fernando Brugué Valcárcel- en su escrito sobre el profesor, ensayista y promotor del movimiento indigenista José Sabogal Diéguez asevera: “…Comenzamos a ver lo nuestro, a verlo abajo, en el pueblo, en los pequeños artesanos de cuyas manos salían los mates burilados, los retablos policromos, los toritos de Pukara. Todos esos humildes objetos aparecían ahora de otro modo, con un valor distinto. El cambio revolucionario se debía a José Sabogal, a quien ya no bastaban los pinceles para emitir sus mensajes, convertido en verdadero apóstol de lo peruano. Y manejó la pluma: mates, keros, toros comenzaron a desfilar por las páginas del libro, y ahora, su obra última, su bello ‘Desván de la Imaginería Peruana’”.

“Cuántos proyectos quedaron truncos, después de su admirable creación de estos diez últimos años: las Artes Populares en el Museo de la Cultura Peruana. Rodeado de su familia artística, Sabogal iba levantando el monumento que debemos al pueblo creador, artista por excelencia, tocado del divino soplo. Recolectaba, custodiaba, estudiaba y reproducía, con amor, con delectación, los objetos primorosos salidos de las toscas manos, y finos espíritus de los alfareros de Pukara y de La Quinua, de los tejedores de Cusco, de los retablos de Ayacucho, de los escultores en piedra de Huamanga…En el hogar de la avenida Alfonso Ugarte, Sabogal dirigía con visión certera lo que más tarde habría sido llamado el Emporio del Arte Popular Peruano, el verdadero Museo del Pueblo”.

Además de su innegable valor estético, el arte contribuye a sensibilizar, comunicar, educar y forjar una mejor relación entre culturas que, por razones geográficas y sociales, se encuentran desconectadas. Estas cautivadoras revelaciones artísticas son un oportuno elemento integrador en un país invertebrado, convulsionado, insolidario y atiborrado de distancias y apatías.

Igualmente, humaniza e incentiva nuestra empatía. Hace viable mirar con una actitud diferente una realidad disímil. Un contexto frente a la que, durante mucho tiempo, hemos permanecido ajenos e indiferentes. Esa es una virtud asombrosa que deseo subrayar: el arte como factor integrador, ilustrativo y promotor de una interpretación tolerante de nuestra enmarañada estructura social.

A través de esta variada exposición podemos fortalecer nuestra identidad y sentido de pertenencia. Gracias a estas excepcionales muestras de ingenuo popular podemos acercarnos a nuestro rico bagaje cultural. Los colores, tintes, materiales, recursos naturales, creencias ancestrales y una gama enriquecedora de componentes provenientes, principalmente, del universo andino y selvático, están presentes en estas creaciones que posibilitan tener una visión de nuestra multiplicidad como nación.

En tal sentido, cobran palpable vigencia los vocablos del escritor, antropólogo y etnólogo José María Arguedas (1911 – 1969): “La tarea verdaderamente heroica y difícil fue la de extender a la mayoría de la población capitalina esta comprensión por el arte llamado indígena”. La impecable exhibición “Ruraq maki – hecho a mano” hace viable, por décimo año consecutivo, que el arte del pueblo esté al alcance de más peruanos. ¡Felicitaciones!

(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/

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