Debo agradecer a todos los amigos y amigas que tuvieron la fineza de ayudarme respondiendo a la pregunta ¿qué conductas debiéramos exigir para ser un buen ciudadano? que propuse hace unos días en Facebook. Subrayé que quería saber sus reacciones porque el formar buenos ciudadanos es la tarea fundamental de una sociedad y la educación, tema con el que estoy comprometido.
Nos ofrecen un listado de valores de cuyo conocimiento y práctica depende que seamos mejores. Estamos totalmente de acuerdo. El peso mayor se otorga a la honestidad -y su sinónimo honradez- a la que sigue el civismo. Y varios otros muy significativos.
Dicha coincidencia conduce a que reparemos, con pena, que siendo indiscutible la importancia de los valores es frecuente la desconexión entre conocer y practicar. Sabemos de gente que lanza discursos sobre la justicia y paga a sus trabajadores menos del sueldo vital. Como otros que requintan contra los alcaldes pero lanzan cáscaras o papeles a la calle y el basurero está a diez metros; o eluden pagar arbitrios. O quienes –no habría quien lo ignore- saben que la luz roja de los semáforos obliga a no cruzar, pero lo hacen. Y también los que usan las redes sociales para ofender o calumniar ocultos en seudónimos.
La cotidianidad es el escaparate vivo de la calidad de ciudadanos que hemos formado. Ergo: la lucha por ser mejores comienza cada día.