Los días de la ira

Los últimos meses van evidenciando la grave podredumbre existente en el quehacer político peruano. Aunque Alfonso Quiroz nos haya alertado en su libro “Historia de la corrupción” sobre su antigüedad y magnitud, tal vez –por ser historia- dejaba la sensación de pertenecer sólo al pasado. Pero no es así.

Recojo una afirmación periodística de José Ugaz que estimo de capital importancia: “A estas alturas, señalar a un político o a un partido como responsable de la corrupción peruana es no entender el problema y distorsionar la realidad. La corrupción es extendida y no distingue género, raza, estatus social, ni ideología, no es culpa de caviares o capitalistas salvajes.”

Asusta pueda deducirse que ‘si todos somos culpables, ninguno lo es’ –que Ugaz rechaza-. Por el contrario es la ocasión para enfrentar con valentía este viejo estigma.

Necesitamos un proceso de regeneración similar al que el hígado sabe hacer dentro de nuestro organismo. No esperemos la llegada de un redentor individual. Seamos conscientes que tomará algún tiempo, con pequeños y crecientes acuerdos que nos devuelvan la fe en nosotros mismos.

Por ello no se deben desaprovechar ni menospreciar las oportunidades que sirvan a ese fin. Ésas son las próximas elecciones “regionales” y municipales. Busquemos los mejores, incansablemente. Así, poco a poco se irán estos días de ira y volverán los de la esperanza.