Grover Pango, autor de estas líneas
Cualesquiera fuese el panorama de la vacancia presidencial hoy en el Congreso, será una fecha registrable pero no memorable. Buenas razones ha dado el presidente para perder el respeto del país, así como por su lado los congresistas -aunque griten contra la corrupción- tienen alguien en su casa política con tremendas manchas probadas o probables. Ideal para recordar el refrán: “la sartén le dice a la olla: no me tiznes”.
Como quiera que termine esto se necesita superar este episodio nauseabundo. Con cargo a seguir cavilando, me arriesgo a confiar en algunos posibles caminos.
Primero. Creo que como ciudadanos necesitamos aprender de todo esto, mirar a nuestras familias y decidir seriamente qué sociedad queremos para ellos. Y ya mismo, corregir o fortalecer, según sea el caso.
Segundo. Hay un reto ineludible para los partidos políticos existentes o por existir, con especial énfasis en lo ético. Renovación en unos y originalidad en los otros. No hay sociedad sin políticos.
Tercero. Creo en un nuevo rol para las universidades; se debe esperar que quienes más estudian y más proponen, asuman como tarea histórica reivindicar y renovar su país. No todas lo harán (algunas son fuente de mediocridad y corrupción) pero hay otras que tienen inmensa reserva moral e intelectual.
Estas son las duras pruebas que estremecen a los pueblos llamados a ser grandes. Mañana será otro día.