Grover Pango, autor de estas líneas
Según algunas encuestas, casi ocho de cada diez peruanos rechazan el voto obligatorio; un número igual rechaza la reelección indefinida de congresistas. Esa es la voz popular y si hacemos caso al adagio latino “La voz del pueblo es la voz de Dios” así debiera ser.
Creo que nada es más peligroso que guiarse por lo que parece razonable según su volumen porque otro adagio –menos ilustre- puede salir a su encuentro: “¿A dónde va Vicente? Donde va la gente”.
Un deber ciudadano es participar en las decisiones que nos conciernen a todos. Y una es elegir a quienes nos conduzcan o representen. No somos un país ejemplar en responsabilidad ciudadana y por eso creo que un alto número –aunque no tanto como los que no quieren ser obligados- decidiría no votar. Entonces me digo: si ahora que votamos forzados todos, solemos en un elevado número desatender o evadir las obligaciones que no nos gustan, ¿cómo sería si vinieran de quienes no hemos elegido?
¿Y quién nos obliga a reelegir congresistas inútiles o negativos? Alguien vota por ellos y en buen número para que sean reelectos. Salvando distancias, Daniel Cohn-Bendit (el mismo líder de Mayo ’68) es diputado en la Unión Europea desde 1994 por el Partido Verde; en Chile acaba de ser reelecto Patricio Melero Abaroa que es diputado por la Unión Demócrata Independiente desde 1990, cuando volvió la democracia a su país. Por algo será.