Algunos dicen que el candidato presidencial venezolano, Henri Falcon, está intentando el equivalente político de escalar hasta la cima del Monte Everest solo, y sin oxígeno.
Alguna vez partidario incondicional del fallecido líder populista Hugo Chávez, el ex gobernador del estado de Lara rompió con el Partido Socialista en 2010.
Ahora promete "salvar a Venezuela de una dictadura y la ruina económica" si es elegido presidente el 20 de mayo.
Falcon es uno de los tres forasteros en una carrera en la que los principales partidos de la oposición están visiblemente ausentes de las urnas. Están declarando el voto como una "farsa" y apelando a los venezolanos para que se mantengan alejados de las urnas.
"El 20 de mayo no hay elecciones", dijo Juan Pablo Guanipa, del opositor Partido Popular Voluntad. "No estamos hablando de abstención o de no votar".
"Simplemente no participaremos en una farsa", agregó. "No reconocemos el evento que tendrá lugar como una elección legítima".
En vísperas de las elecciones, el ministro de comunicaciones de Maduro, Jorge Rodríguez, habló contra los críticos nacionales e internacionales.
"Es muy extraño que la comunidad internacional declare un fraude incluso antes de que se lleven a cabo las elecciones", dijo Rodríguez.
Se estima que tres millones de venezolanos han huido del país para escapar de la escasez generalizada de alimentos y medicinas, hambre, violencia e hiperinflación que podría alcanzar el 16,000 por ciento para el final del año.
Aún así, se espera que el presidente Nicolás Maduro sea reelegido a pesar de que su índice de aprobación ronda el 20 por ciento, según las encuestas locales.
Los críticos dicen que ese es el caso porque ha acumulado todo el poder y los recursos del estado, incluidas las autoridades electorales, los medios de comunicación y los subsidios a los alimentos, para garantizar la victoria.
Subrayan que, Maduro se ha encargado de que sus rivales más fuertes estén en prisión, en el exilio o hayan sido declarados inelegibles para correr y llamar la atención sobre la supervisión de las elecciones.
Tras las elecciones de la Asamblea Constituyente de 2017, SMARTMATIC, una empresa con sede en el Reino Unido que ha proporcionado durante mucho tiempo máquinas de votación en Venezuela, acusó al gobierno de manipular el voto de participación hasta en un millón de votos fantasmas.
En cuanto a Maduro, se compromete a lanzar "una revolución económica" después del 20 de mayo para restaurar la prosperidad a lo que fue uno de los países más ricos de América Latina.
La producción de petróleo de Venezuela se ha reducido a la mitad de su producción anterior a 2010, y el gobierno admite que está luchando para evitar el impago de su deuda externa.
Esta es una de las razones por las que ya no puede seguir importando medicamentos y alimentos que tanto se necesitan.